Seguidores

30 de octubre de 2011

Mi Secreto Capítulo 9: Malos Vecinos




Capítulo 9


MALOS VECINOS



Luego de diez minutos revolviéndome entre las sábanas me levanté y acepté que era mejor darme prisa para meterme a la ducha a que nuestro “invitado” me sorprendiera con la pinta que seguro traía. Huí al baño y cerré la puerta tras de mí sin pensarlo, recordando al instante mi loca fantasía de la noche anterior y cómo había terminado y; par ami sorpresa, empecé a reírme divertidísima. Me lo tenía merecido por chiflada.

Nunca he sido rápida para ducharme y tampoco pude serlo ése día, ya que en vez de sentirme avergonzada por mi mente sucia más bien me hallé cantando en la ducha una vieja canción de The Clash, -“Should I Stay or Should I Go”-, y riendo a carcajadas. De ahí me seguí a capela con estrofillas de otros clásicos como Iggy Pop y Los Ramones creyéndome bien protegida por la puerta del cuarto.

Al terminar,  me puse velozmente crema en el cuerpo y algo de perfume antes de la ropa interior; me envolví en mi bata, hice un envoltijo con mi pijama y pensaba calladamente el qué me iba a poner ése día mientras abría la puerta.

Me quedé paralizada al hallar en el pasillo, y con una gran sonrisa torcida, a Robert. Aún seguía vestido con unos pants tipo karate y la camiseta con los que se había dormido y bajo el brazo traía lo que parecía ser ropa limpia y un pequeño maletín.

-Así que eres de las que canta en la ducha, ¿hu?

No era una pregunta, sino una afirmación cargada de sorna. Pillada, no pude sino reírme aún más, cuál  vil niña.

-Mmmm… ¿Lamento si te desperté con mi canto? - Me encogí de hombros sin vergüenza alguna y de excelente humor.

Él se recargó en la pared y siguió sonriendo -Menos mal que tienes buenos gustos y una voz decente… De otro modo, estarías frita por haber hecho al “león” despertarse tan temprano…-.

Me reí aún más al entender el doble contexto de su frase y comprendí que de nuevo estábamos en un duelo de bromas… -Hum, entonces tendremos que ir a un karaoke a que me devuelvas “el favor”, pero nada de canciones cursis llenas de “huuuus” y “haaaas”, que no me van, ¿de acuerdo?-. Dije imitando su modo de cantar en el álbum del film.

Él arqueó una ceja sorprendido y una extraña expresión cruzó por su rostro sin que perdiera su deliciosa sonrisa. Luego me miró más ampliamente y frunció los labios mientras entrecerraba los ojos y supe que aún tenía ganas de bromear y que se me venía una dosis de humor inglés encima.

-Me parece buena idea, pero creo que si vas vestida así al pub, nadie prestará atención a tu voz, y más bien los lobos aullarán otro tipo de tonada.

La boca se me cayó al piso sin poder contestar y me sentí palidecer, había olvidado que sólo traía encima mi bata de satín marino… Me había perdido en su encanto y de la nada me sentí casi desnuda ante él.

Feliz de saberse ganador del partido ante mi mutis, se regordeteó en su éxito; revisándome con exagerados gestos.

-Mmm… Sí… Seguro que me harías pasar un mal rato, porque tampoco nadie me prestaría atención a mí arriba del escenario ni aunque empezara a brillar y a correr a velocidad vampírica. Tendrías embobados a los chicos esperando a que la bata cayera y seguro tendría que aceptar mi derrota y unirme a la corriente.

Irritada y avergonzada intenté pensar en algo, cualquier cosa que sirviera, pero sólo podía cerrarme nerviosamente la bata por el busto.

-Hu... Ah…  -¡Rápido¡ ¡Algo! ¡Lo que sea! ¡Y huye de aquí…! -Y de pronto lo tuve… Iba a ver que tan cabrón era éste chico o si era más lengua que hechos. Me forcé a fingir una sonrisa de devoradora de hombres, aún sabiendo que traía una toalla húmeda enrollada sobre mi cabeza, y me lancé al plan. Dejé caer mi doblado pijama al piso y  aunque no relajé la mano que cerraba mi escote, tomé con la libre suavemente el quicio de la puerta y moví mi pierna despacio de modo que se descubriera hasta mi muslo… Ojalá y mi imitación de Angelina Jolie no fuera patética…-.

-¿Algo cómo esto, cariño? -Traté de que mi voz sonara ronca y sensual mientras lo miraba con los ojos entornados. Él rió un poco y se defendió con su sonrisa torcida aún tratando de intimidarme, pero no contestó- ¿O algo más así, Señor Pattinson? -Que Dios me amparara pero me la iba a jugar en la bromita… Y sonriendo felinamente empecé a halar el hombro de mi bata amenazando con exponer poco a poco lo que había abajo.

Rob siguió el movimiento de mi mano abriendo los ojos gigantes como platos mientras se le borraba la sonrisa de la cara y se le venía el pánico encima. Me parecía se debatía entre el descontrol que experimentaba y la tentación de seguir observando, hasta que lo oí tragar ruidosamente en seco.

-¡Nin!  ¡No! ¡Espera! ¡No! ¡No quise decir esto!

En su marcada palidez el rubor lo tiñó cual vino de borgoña mientras me miraba con la boca abierta. En mi interior suspiré aliviada, pero en mi exterior dejé que mi “sonrisa seductora” se extendiera divertida por todo mi rostro… Victoria, deliciosa victoria…

-¡Caíste! -Casi grité antes de soltar la carcajada. Inmediatamente me cerré la bata y cambié mi postura para ocultar mi pierna- ¡Eres un bobo! A ver si eso te enseña a no meterte conmigo Thomas.

Él abrió la boca perplejo y fue su turno para perder el habla. Opté por dejar tirada mi ropa en donde estaba y pasar triunfante a su lado fingiendo que tenía pies de plomo y le guiñé un ojo antes de cerrar la puerta de mi recámara. Tras de ella pude oírlo soltar una risita mientras decía, -“¡Dios me libre de hacerte enojar Nin! ¡Tu serías el león y yo la oveja!”-. Volvió a reír aliviado y luego sonó la puerta del baño cerrarse, acallando cualquier otra cosa que pudiese haber dicho.

En la seguridad de mi cuarto, me desplomé sobre el colchón respirando agitada y dejando que el temblor de la adrenalina me controlara. Aún incrédula de lo que había hecho y a quién se lo había hecho solté la carcajada histérica.  Menos mal que Rob resultó ser mucho ruido y pocas nueces… porque de otro modo no sabía como iba a poder mirarlo a la cara de nuevo.

 De plano, yo había encloquecido desde nuestro primer contacto... No me reconocía. ¿Yo? ¿Seduciendo a Robert Pattinson? De verdad que iba a tener anécdotas increíbles para mis bisnietos. Me reí un poco más y luego procedí a vestirme haciendo una pausa para recuperar mi pijama y volverme a encerrar buscando terminar de arreglarme.

Entre el secado del pelo y aplicarme el rimel, escuché la puerta del baño otra vez y una alegre voz canturreando en el pasillo. Me sonreí en el espejo, al parecer, la broma era agua bajo el puente y me apresuré a aplicarme el brillo labial para salir,  tender mi toalla y quizá toparme con él también.

Al abrir mi recámara percibí el delicioso aroma del café llegando desde abajo. Volé de la terraza a la cocina y me topé con mis dos hombres charlando con sus tazas de por medio y organizando el desayuno. ¡Genial!

-Buenos días, Lil’ Sis -dijo mi hermano cariñosamente-, vamos a hacer omelet y fruta. Ya avisé en la clínica que voy a llegar un poco tarde para poder esperar a la gente de Jodi y dejar instalado a Thom.

Miré a éste y me devolvió el gesto con simpatía, “todo olvidado”, parecía decir con ello mientras tomaba una taza limpia y me preguntaba.

-¿Café?

-¡Por favor! Anoche me despertó un ruido y me costó bastante recuperar el sueño…

Mi hermano me volteó a ver con cara de inocente, sabiendo que me refería a él, pero sólo se encogió de hombros cuando dijo:

-… ¡Qué mal!... A veces eso pasa. El café está muy bueno, seguro te levanta. -¡Desvergonzado! Pensé mirándolo con falsa irritación…-.

Rob nos miró un poco preocupado y se escondió en su taza para darnos espacio, pero a mi “hermano mayor” le importó poco y siguió como si nada.

Un poco después de las ocho y treinta sonó el timbre y todos salimos a atender, era el casero de la tal Jodi. En un santiamén estábamos revisando el apartamento y el acuerdo de renta ya que el lugar era ideal.

A pesar de su limitado tamaño estaba muy bien distribuido y decorado. Contaba con un cuarto de cama amplia, un baño completo y una pequeña sala-comedor perfecta para un soltero. La cocineta era mínima, pero servía. Robert  cerró el trato feliz.

De vuelta en casa de Arturo él se despidió no sin empatarme la misión de llevar a Thom de compras para la despensa a un pequeño y cercano mercado. Tanta amabilidad de mi hermano me estaba pareciendo ya sospechosa. Tendría que charlar con él durante la cena sobre ése respecto. Pero mientras tanto, acepté la misión sin chistar; sabía que dependía de Robert si deseaba exponerse en público o hacer las compras vía teléfono.

Robert mudó su maleta mientras yo no hallaba mucho que hacer en la casa, ya que era uno de los días en que la Señora Juanita iba a ha hacer el aseo y  me dediqué a perder el tiempo hasta que él volviera. Mas de una hora después sonó el timbre de nuevo y casi corrí a abrir para ganarle a Juanita, ¡ojalá y ella no lo reconociera tampoco!

-Entonces… ¿Quieres ir de compras Thom?

-Pues, si no lo hago muero de hambre. No quiero abusar más de la amabilidad de tu hermano. ¿Estas segura que no me meto con tus planes?

-No, está bien, tampoco es como si tuviera una agenda. Salir acompañada para variar se siente bien.

-Perfecto…

Dentro del súper, caminando con él y haciendo compras cotidianas, me sentí rarísima. No sólo por el hecho que era la primera vez que hacía esto con un chico; sino porque algo así, tan común, era a la vez muy personal. Yo le observaba en silencio a ratos, el muchacho guapo a mi lado seguía siendo mi pasión secreta, pero ahora era alguien con quién me había besado y tenía algo así como una relación que… no sabía en realidad en qué clasificación ponerla. Mirarle comprar verduras, lácteos, y artículos de limpieza era demasiado vulgar para ser real. ¿Qué pasaba por su mente además de su dieta? Un par de días antes me había dicho que no quería perderme y luego remarcaba que éramos amigos. ¿Qué hacía él a mi lado? Debería estar con su Kristen besuqueándose entre los sets… ¿Qué no me había dicho sobre ella?

No podía comportarme tan liviana como lo había hecho en la mañana, yo sentía claramente como me alejaba de nuevo de él, tal cuál como lo había hecho al bajarme de su auto, pero ahora no parecía importarle. ¿Acaso Robert lo notaba? Yo contestaba a sus preguntas entre compra y compra, pero mi mente estaba embrollada por mi inseguridad. De verdad necesitaba saber porqué había vuelto, porqué estaba aquí y entre más lo pensaba; lo de la “idea espontánea” me parecía más una falsedad.

De vuelta a casa lo ayudé a bajar sus compras, mientras él charlaba despreocupadamente, sin reparar en  mis monosílabos, demasiado ocupado en su alegría de volver a vivir como cualquiera. Cuando terminamos de instalarlo sentí la imperiosa necesidad de salir de ahí; ahogada por el tamaño de mis dudas y temerosa de nuestra impresionante e íntima cercanía. Tenía que huir. Robert era una fantasía y me iba a doler demasiado si dejaba que se me borrara ésa línea de la cabeza. Ya tenía suficiente con Imanol.

Robert puso a hervir agua mientras yo miraba cuidadosamente su alargada espalda bajo la fina camiseta y los jeans caídos y sentí que yo también empezaba a hervir. Él ni siquiera me miraba y yo estaba temblando levemente.

-¿Quieres café ó soda? Creo que tú ya sabes que voy a tomar yo, ¿verdad?

Giró hacia mí finalmente con una despreocupada sonrisa, su pelo revuelto cayendo sobre sus brillantes ojos verdes; pero al mirarme bien pestañeó perplejo por lo que notó en mi rostro. Inconscientemente me mordí un poco el labio inferior y me sentí algo asfixiada. Tragué saliva asustada al comprender mi propia reacción y retrocedí un paso.

-No… no me quedo Robert. Hu… -exhalé un poco buscando una excusa-, Prometí hacerle unos favores a Arturo y… -avancé algunos pasos en dirección a la puerta sin darle la espalda totalmente, como animal asustado- Me tengo que ir…

Él levantó las cejas verdaderamente sorprendido.

-Nin, ¿qué pasa?

Yo ya estaba casi abriendo la puerta y evidentemente descompuesta.

-Uh… Nada… Errr… ¿En otra ocasión? -sonreí más falsa que nada- ¡Ciao! -Y salí velozmente. -

No corrí pero casi. Encendí el auto y me esfumé.

Manejé en dirección del puerto y me estacioné donde pude. Aún sin calmarme empecé a caminar velozmente por el peatonal y seguí y seguí; hasta que finalmente me senté en una de las bancas bien lejos de mi punto de inicio. Empecé a revolverme el pelo con las manos, aún muy nerviosa e incrédula. ¿Qué rayos había hecho? Estaba completamente chiflada y de seguro no era la única que pensaba así.

¡Por Dios! ¿Me había asaltado lujuria en la cocina? ¿Eso había sido? Y de nuevo exhalé pesadamente. ¡No podía verlo de nuevo! Ni siquiera había sido como si me hubiera besado una vez más,  ni siquiera… ¡Agh! ¡Qué rayos! ¡Qué vergüenza! Volví  a esconder el rostro entre mis manos y casi lloré ahí mismo. No podía volver a verlo… Y luego; recordé que me había dicho que se sentía seguro a mi lado, y me sentí peor.

Yo no era mejor que sus locas fans, ni su amiga la protectora. No merecía su confianza. ¿Cómo iba a controlarme cuando me era evidente que tenía  ganas de él? Mi hombre de fantasía era real, como yo; y podría desbaratarme si se lo permitía. Empecé a enojarme y desesperarme conmigo misma. -“…Idiota…”- murmuré entre mis manos; -…”vas a solucionar éste problema de  un modo u otro, pero no vas a enamorarte de Robert…” -, me sermoneé -“…déjalo enfriar y discúlpate durante la cena… Si es que quiere hablar contigo, ¡tarada!...”-.

No regresé a casa hasta entrada la tarde, y volví a ducharme antes de cenar con Arturo. Jamás sonó el timbre y aunque me lo esperaba, sólo me preocupó más. Tendría que ir ahí, con la cola entre las patas.




---------------------------------------------------

¡Dios! ¡Qué complicada es Nin! ¿Somos todas así?

Cariños: Sissy

No hay comentarios.:

Publicar un comentario