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28 de octubre de 2011

Mi Secreto Capítulo 5: No Tengo Idea



Capítulo 5

NO TENGO IDEA


¡El mejor momento que pudo encontrar la azafata fue cuando él regresaba del servicio! Sentí pena de nuevo por él, nada en su vida era normal una vez que era reconocido. El discurso de la mujer no fue muy distinto al que yo le había planteado y Robert no pudo más que ser amable y aceptar. Yo misma terminé sacando las fotos.

Lo más absurdo fue cuando el otro pasajero entró en el alboroto y pidió lo mismo para regalárselo a sus hijas. Hubo preguntas sobre su vida y sus Films, y hasta un intento de fotografiarme a mí, el cuál esquivé tajantemente.

Esos pocos minutos arruinaron el buen humor de Rob, quién después de ser complaciente, se disculpó con todos, incluyéndome a mí, para tomar una siesta.

Yo creí lo más indicado regresar a mi asiento cuando él bajó la cortina y cerró sus ojos a todos, arrellanándose en el sillón; pero cuando hice el intento de alejarme, él me detuvo por la muñeca en un rápido movimiento que casi me asustó. Me miró directamente con cansancio y tristeza, en una petición silenciosa que yo obedecí. Lentamente me senté a su lado y entonces me soltó. Se reacomodó en el sillón hacia la ventanilla y dándome la espalda, se fue quedando quieto, como si de verdad se hubiese quedado dormido en pocos minutos.

Estaba desconcertada y con el corazón acongojado. De verdad me sentí mal en ésos momentos por la burla que le había hecho poco más temprano. ¿Cuándo acabaría tanta locura en su vida? ¿Acaso todo ése alboroto declinaría con el tiempo? ¿Alguna vez recuperaría el control de ir y venir tranquilamente? ¡Qué horrible en verdad era vivir en una vitrina!

Pasados unos diez minutos y como él no se movía de su posición, yo entonces, tomé uno de los libretos y me dediqué a la lectura. Mi deseo real era que la asistente se cansara de vigilarnos y se metiera en sus propios asuntos. El hombre hacía rato que había regresado a sus audífonos, pero la chica no calmaba su emoción. Echaba constantes vistazos en nuestra dirección, vigilante.

¿Cómo quitársela de encima en un espacio tan pequeño? Pensé en varias formas que iban desde intimidarla, hasta recordarle su lugar, pero luego caí en cuenta que lo que yo hiciera podría terminar como chisme en algún sitio de Internet y opté por ignorarla yo también, tarde o temprano se aburriría.

El resto del vuelo, Rob siguió dormido y yo sólo me quedé ahí, leyendo tranquila. Lamentaba que la intromisión me hubiese robado el tiempo que me quedaba a su lado, pero no había nada que hacer. Más pronto de lo que hubiera deseado, llegó el anuncio de que estábamos por aterrizar y  me volví hacia él para tocarlo levemente por el hombro y despertarlo.

-Thomas… Rob, ya vamos a llegar.

Él se removió levemente ante mi contacto y bostezó mientras estiraba los brazos. Me miró adormilado y tratando de despejarse. Yo intenté bromear.

-Increíble como duermes con tanta cafeína encima…

Sonrió bobamente -Práctica-. Luego miró sus cuadernos en mi regazo - ¿Los terminaste de leer?

Yo tomé ambos y se los entregué.

-Sí, espero no te moleste.

-No, para nada. Sólo recuerda que no puedes hablar de ellos, ¿okay?

-Claro.

Ambos enderezamos los asientos y en poco tiempo el avión hacía contacto con tierra en una leve sacudida.

Equipaje de mano ya en nuestra posesión, caminamos dejando el avión atrás y enfilamos juntos hacia la garita de entrada.

-¿Y ahora Nin? ¿Qué vas a hacer?

-No tengo idea, es decir, no conozco a nadie en San Diego y mi hermano está de trabajo… -Me encogí de hombros- Supongo que tendré que dedicarme en serio a pensar las cosas mientras turisteo por ahí. La ciudad es muy bonita… Quizá le escriba a mi amigo de San Francisco para que sepa que estoy en California. -Me reí burlona- como si fuera tan fácil  ¡Ja! ¿Y tú?

Por un momento hizo un gesto escéptico, pero luego contestó.

-Bueno, en realidad, si me traslado a L.A. de aquí, porque es más discreto arribar a la ciudad por auto. El trabajo no empieza aún, pero tengo que entrevistarme con el director y realizar algunas pruebas -Hizo una pausa pensativo-. Mmm, no lo sé tampoco, pero también quiero ponerme en contacto con mi chica. Tal vez vaya a verla a locación en cuanto me desocupe.

Al oírlo se me revolvió un poco el estómago y no estuve segura porqué. El oficial de inmigración escaneaba mis huellas digitales y mi pasaporte y eso me dio tiempo de guardar silencio hasta que se me pasara el malestar.

Pasada inmigración, nos dirigimos hacia las bandas de equipaje. La mía salió primero y él caballeroso me ayudó a bajarla, pronto salió la suya también y caminamos hacia la salida. Ahí, tras las puertas de cristal, pude ver a un hombre sosteniendo un cartel que leía “Mr. Thomas P.” Él levantó la mano para  ubicarlo e indicarle le esperara un momento.

Sentí el corazón encogérseme y no pude evitar se me notara. Era la despedida.

-Bueno, Nin, ya están ahí por mí - Y guardó silencio, acercándose un poco más sobre mi-.

Sólo asentí con la cabeza luchando por controlar mis estúpidas emociones. Sí, Rob el actor, me encantaba; pero Thomas, con quien había hecho algo así como una amistad, era mucho mejor aún. Lástima que era un chico…

¡¿Pero qué estaba pensando?! Me grité a mí misma en mi cabeza. ¡Era un imposible! Él simplemente estaba al otro lado del universo, ¡en lo más lejano a mi realidad que pudiera existir…!

Y aún así, ahí estaba yo, diciendo adiós con tristeza, y sintiendo que a él también le costaba…

O quizá todo era mi imaginación y sólo era que perdía mi temple al final, comportándome como una chiflada justo a tiempo para arruinarlo todo.

Le miré más de cerca, levantando mi cabeza hacia su rostro, tratando de traspasar con mis ojos esos estúpidos lentes cafés que aún traía. Pero fue en ellos que lo vi, que no estaba imaginándolo; también él se notaba melancólico.

El silencio se prolongaba pero ninguno de los dos nos movíamos. ¿Qué estaba pasando por su cabeza? Yo estaba repentinamente agotada. Como si todas mis emociones me hubiesen golpeado con demasiada fuerza y estuviera a punto de caerme. ¿Por qué me sentía así? ¡Era estúpido sentirse así!

-Bueno, yo… -Y de repente me di cuenta de que estaba demasiado cerca de su rostro… Algo hizo “click” en mis oídos y retrocedí hasta una distancia normal. Rob pestañeó rápidamente como sorprendido con mi movimiento y también retrocedió- Yo… te sigo muy agradecida por lo de mi boleto… y endeudada -logré fingir una sonrisa leve-.

Él elevó sus ojos al cielo y suspiró marcadamente antes de volver a mirarme.

-No Nin, tuve suerte de haberme topado contigo entre tanta gente. Fuiste…, fuiste una excelente compañera de vuelo.

-Insisto, te pagaría de algún modo, pero creo que eso va a ser un poco complicado, ¿no?…

¿Poco? Me burlé sarcástica en mí cabeza, ¡Más bien, imposible, tonta! Él sólo reaccionó con una de sus sonrisas torcidas que me encantaban. De hecho, pude ver que lo estaba meditando por un momento.

-Mmm… Creo que sí, tienes razón… Ni siquiera tengo una dirección fija en América, mucho menos un modo constante de contactarme…Supongo que la suerte decidirá si alguna vez me podré cobrar esa deuda en la que tanto insistes.

Yo sólo sonreí ante la sinceridad de su respuesta y me encogí de hombros.

-Supongo que si me toca poder pagártela, sucederá… -¡Sigue soñando, boba! Me gritó mi conciencia y me reí de mí misma.- Bueno, ahora si Rob, ya es hora de despedirnos.

Extendí una mano pero no supe que seguía, ¿besarnos en la mejilla, como con cualquiera?, ¿o simplemente chocarlas en un apretón? Bueno… Yo usualmente me despedía de mis amigos con un beso… Ojalá y los ingleses hicieran lo mismo y ya sin más, le planté uno en la cara.

Aún hoy no sé bien que lo hizo primero, pero en un instante estábamos abrazados y  acunando el rostro entre  mentón y  hombro mutuamente. Su entrecortado suspiro se ahogaba contra mí, mientras nuestro abrazo se apretaba más.

-Gracias Nin. De verdad, por darme mi vida de vuelta un rato. Ojalá las cosas fueran distintas…

Yo me sentía medio ahogada. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo sintiera tanto por alguien? ¡Qué importaba si era famoso o no! Él se sentía tan bien en mis brazos, contra mí. ¡Qué hermosa tortura era ésta! Tenerlo tan cerca, desearlo así y tenerlo que dejar ir.

Pero actué realistamente a pesar de tener tanto discurso corriendo por mi cabeza y todo lo que pude contestar en un susurro, fue un… -Si.

Nos soltamos un poco, sólo para poder mirarnos a los ojos y la ternura de sus facciones me dejó aún más atontada. Supongo que Rob me descubrió pero no hizo burla alguna, sólo me besó la frente y se quedó ahí, un poco más alto que yo, hablando con sus labios contra mi piel.

-¡Hey!, ¿ya ves cómo cuatro años no son tanta diferencia? No seas tan cerrada.

Yo me separé un poco de él para mirarlo juguetona.

-Eres un bobo…

Se rió de nuevo contra mi frente y me dio un último y leve beso ahí mismo antes de separarse lo suficiente para tomarme por los hombros y mirarme bien, con la sonrisa bromista creciendo por su faz.

-Shhh… No se lo digas a nadie, o perdería todo mi “glamour”.

Me reí de buena gana mientras tiraba juguetonamente de la desfajada camisa con la misma confianza con la que tratas a alguien que amas abiertamente.

-Oye… Ya te di el beso, ¿estás segura que no quieres la foto? -Ahora si me hacía burla, pero también lo decía sincero-.

-No, creo que voy a pasar de ello Rob. Además, ¿quién me va a creer que viví todo esto? ¡Nah!  -me llevé el dedo a la cabeza-, con mis recuerdos es más que suficiente.

No escondió lo atónito al oír mi respuesta, pues la sonrisa torcida casi desaparece, pero en segundos se le llenó de emoción otra vez.

-Sí que eres rara Nin, ya no quedan muchas personas como tú.

-Ya, no más lisonjas de galán, Thomas, que no surten efecto.

Él se rió de nuevo.

-Te deseo lo mejor Nina, espero encuentres la respuesta que has venido a buscar. Y recuerda que hay muchos peses en el mar que si quieren ser pescados, ¿de acuerdo?

Bufé reconfortada… Iba a ser muy difícil, pero, ¿para qué pensar en ello ahora?

-Yo también te deseo lo mejor Rob. Espero que tu chica sepa apreciarte, tienes un buen corazón.

Se removió inquieto, apenado obviamente, porque contestó con otra de sus bromas.

-Es bueno saber que alguien no me ve sólo como “un chico devastadoramente hermoso” -Y soltó una carcajada mientras escondía la mirada medio encorvado sobre sí mismo, abrumado por su misma broma-.

-Lo dicho, eres un bobo.

Nos dimos un último abrazo y beso y salimos de la zona restringida. Cada quién se enfiló hacia una puerta distinta. Yo hacia los “shutters” o autobuses de aeropuerto, y él hacia el estacionamiento, acompañado de su chofer.

Ninguno volvió a decir “adiós” de nuevo, sólo nos volteamos a ver de lejos, y con una última sonrisa cada quién elevó la mano para sacudirla en señal de despedida.


*     *     *

Caminaba aturdida siguiendo los letreros. Tenía que salir de mi ensueño privado para poder recordar las instrucciones de mi hermano, la ruta que debía tomar, la parada que hacer, el transborde de línea, las cuadras por andar… ¿Pero cómo recordar todo eso cuando había compartido algo así de increíble? ¡Había vivido uno de los mejores momentos de mi vida sin duda alguna! Y la verdad, el chico devastadoramente hermoso, también se había encariñado conmigo… Esto tenía que durarme por siempre, por encima de lo que decidiera, de quién estuviese conmigo en cualquier circunstancia.

Como tonta y casi por pura suerte llegué hasta la puerta de los shutters sin equivocarme, miré en ambas direcciones, buscando el número que debía hasta que lo ubiqué. Ya estaba por fuera del aeropuerto, en la calle interna entre el estacionamiento y el freeway. Ver los autos que cruzaban cerca me despabiló lo suficiente para sentir los nervios ante la presión de errar y hallarme perdida por varias horas. Evadí la fila para llegar hasta la cabina de ventas y estudiar la información sobre la zona que cubría la ruta y el costo de la misma. Una vez confirmado era la correcta, regresé para formarme en la larga línea.

Estaba a tan sólo dos personas de comprar mi boleto, cuando unos insistentes bocinazos nos hicieron voltear hacia el otro lado del camellón, buscando el origen del alboroto.

Casi me congelo de impresión al observar bien a la persona que asomaba por la ventanilla trasera de un elegante BMW negro y que hacía gestos con la mano en mi dirección. Era él, sonriendo y con los ojos brillantes mirándome.

-¡Nin!, ¡Nin! ¿Te llevo? -Gritó desde ahí-.

El corazón se me desbocó en la garganta y un zumbido en los oídos me nubló casi la vista de golpe. ¡Dios mío! ¿Acaso esto podía ser real?

Sin tener conciencia de mis movimientos, me hallé sonriendo tanto que dolía y casi corriendo en su dirección con tan poca precaución para cruzar los carriles que un policía usó su silbato para alertarme de mis acciones y protegerme de los buses que salían lentamente de la zona.

Para cuando llegué ahí, el chofer ya había abierto la cajuela y esperaba ahí por mí, mientras Rob mantenía la portezuela abierta para que me le uniera.

En un instante me hallaba a su lado, feliz. Él me recibió con otro beso en la mejilla.

-Mi madre me enseñó mejor de lo que me comporté. ¿Cómo te iba yo a dejar ahí abandonada a tu suerte en el aeropuerto? Seguro me asesina si se entera.

Yo me sentía ruborizada por todo el cuerpo, pero no me importaba. Ahora él era mi salvador, rescatándome de mi soledad.

Le di la dirección y los datos al chofer y éste arrancó el auto mientras nosotros reíamos en la parte trasera entre bromas.

¿A dónde iba a parar todo esto? ¿Valía la pena siquiera pensarlo? No, en realidad no. Me acomodé en los suaves asientos de piel y me dejé llevar por mi suerte. Quizá, y después de todo, mi vida si iba a reiniciarse en éste viaje.





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¡Ufff! Cómo me gustaría en verdad ser Nin.

Cariños: Sissy

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