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8 de diciembre de 2012

Mi Secreto. Capítulo 30: Puerta Cerrada.


CAPÍTULO 30

PUERTA CERRADA



Sí, dormimos juntos esa noche, pero ninguno hizo el intento de buscar otra actividad de cama y era evidente que algo estaba roto ahí. La brutal honestidad que él había tenido sobre el porqué no dejaba a Kristen había afectado demasiado nuestra relación. Yo no lo había dejado, pero tampoco me sentía feliz de estar ahí, así..

Mi sueño era ligero y plagado de extrañas imágenes que me despertaban constantemente, dejándome una sensación de nerviosismo e incomodidad cada vez que lo hacía en la oscuridad de la recámara.

-“…No quiero herir a nadie, Nin…”

-“…Sólo hay una forma de que eso sea posible Robert… Y es dejando esto aquí…  ¿Eso es lo que prefieres?...”

-“…No… Te quiero a ti… Es sólo que…”

-“Sí… Lo sé… Pero… Yo… No puedo Rob…”

Una y otra vez recordaba eso justo antes de quedarme dormida y cada vez calaba más en mi subconsciente.

En algún momento de la madrugada un timbre lejano y el brusco movimiento del colchón volvieron a despertarme. Robert había saltado de la cama para acallar el ruido y contestar con murmullos para luego meterse al baño y entrecerrar lo mejor posible la puerta tras de sí.

El estómago se me revolvió. Era fácil adivinar que la que llamaba era Kris, ¿por qué otra razón habría él huido? Cerré mis ojos con ganas de que todo desapareciera mágicamente, pero eso era absurdo. ¡Qué mal me sentía! ¡Qué sucia y que bajo había yo caído! Entre más tiempo pasaba, más me daba cuenta de que había aceptado ser su lo-que-sea-que-él-quisiese-en-secreto, por no perderlo y, ¡más lo rechazaba!

¿Alguna vez han escuchado el silencio tan impactante que sucede en las noches quietas? ¿Dónde cualquier sonido puede percibirse con claridad si uno pone atención? Así de calmada estaba la casa, hasta que la voz de él empezó a sonar más fuerte, más alterada y, eso; terminó de despabilarme. 

-… ¿¡Qué te sucede Kristen!? ¡Por supuesto que estoy con Christopher! ¿Por qué estás tan paranoica y llamando a estas horas?... ¿De qué estás hablando?... ¡¿Qué?! No entiendo, ¿quién es “Ella”?... –hubo una larga pausa en la que agucé el oído, ¿podría levantarme del lecho sin hacer ruido? ¡Todo estaba demasiado callado! Decidí lo intentaría apenas él volviese a hablar.

-… ¡¿Por qué hiciste eso?!... Kris, por favor, cálmate. Déjame explicarte bien cómo son las cosas…-

No podía esperar más y me deslicé fuera con sumo cuidado hacia el baño. Él estaba tartamudeando nervioso. ¿Qué le habría dicho Kristen? 

-Yo… Es muy largo de contar Nena, fue hace mucho… ¡No! Es decir… La conocí hace mucho K, y bueno… Está enamorada de mi… ¿Qué querías que hiciera? ¿Qué dejara a la chica plantada para que luego fuese ella con el cuento a la prensa? ¡¿Te imaginas la pesadilla?!... No estoy mintiendo amor, por eso estoy escondido con Chris. No quiero si quiera estar en Londres para que los paparazis tengan imágenes mías en el área y luego se pongan a inventar tonterías... -

La voz de ella era tan fuerte que se podía escuchar aún hasta mi escondite. No se entendía casi, pero sí que se notaba que le estaba gritando muchos insultos y se oía afectada, a punto de llorar.

- ¡Porque, tú, estás trabajando! ¡¿Cómo iba yo a salirte con esto y desconcentrarte?! No quería preocuparte linda. No es nada, en serio. Estaba yo loco, era una infatuación de chiquillo… Sí, la vi, pero… ¿Me dejas terminar de contarte?... Te digo que la vi, pero sólo para decirle que estoy contigo, que me había equivocado. Que te amo a ti. Qué me disculpara por mi niñada. ..¡Que sí! Te juro que te estoy diciendo la verdad. Por favor Kris, confía en mí. ¡Te amo!

El estómago se me descompuso ahí mismo de rabia. Maldito mentiroso. Estaba tan herida que actué por impulso y empujé la puerta del baño para que me viera. Para que supiera que lo estaba escuchando. Para que terminara con ésa farsa.

-¡Ah! –Dije bien claro.- Qué bien... “Te amo”. Qué bueno que lo hagas Robert. Eres un hipócrita. –Lo miré de arriba abajo con desdén mientras él palidecía al punto del blanco transparente y colgaba el teléfono.

-¡Nina! ¡Por Dios! ¿Qué haces? –Me dijo horrorizado. En mi mirada sólo había desprecio para el chico guapo parado frente a mí con la boca abierta de conmoción. El teléfono volvió a sonar mientras que yo me giraba para dejarlo ahí, con su cuento de amor dividido.-

-Contéstale. Debe estar muy alterada y si no lo arreglas. Te vas a quedar solo, completamente solo. Porque a mí, ya no me tienes nunca más. 

Le di la espalda para buscar mis cosas. Era momento de empacar, ahora sí, para siempre. Evidentemente, él se debatía entre el insistente timbre del celular y mi discurso. Estaba desarmado, tratando de decirme algo mientras que en la mano le vibraba el aparatito tan furioso como seguramente lo estaría Kristen. Finalmente, contestó molesto. Revolviéndose el pelo una y otra vez con desesperación. Yo no huí, con una airosa serenidad fui al armario y busqué mi maleta mientras que él me observaba y trataba de calmar a Kris en la línea. A mi ya no me interesaba escucharlo, pero tampoco iba a permitirle tratara de envolverme con sus palabras de nuevo y, lo amenacé mortalmente con la mirada cuando hizo el intento de entrecerrar la puerta para hablar con ella. Él por su parte, me suplicaba con sus ojos y gesticulaba con la mano rogando me detuviera. 

No le puse atención. Lo único que sí escuché con interés, fue la atropellada mentira de que había sido Fucsia, la hermana de Chris, quien se había burlado de él para molestarlo porque aún lo detestaba luego de tanto tiempo. Yo bufé despectiva mientras se encontraban nuestras miradas un momento y él seguía tratando de apaciguar a Kristen.

Esto era el final del cuento, ya estaba harta. Me había denigrado demasiado en intentar aceptar su postura. Yo no tenía que vivir oculta de nadie. ¡Jamás! 

Sí,  estaba furiosa, con el espíritu roto pero no me permití desbaratarme como  la otra vez. Era como si mi corazón se hubiera llenado de caucho casi hasta el tope, para permitirme flotar y andar segura; recubriendo con suavidad todo su interior y consintiéndole latir casi con normalidad. Era sólo que se sentía incómodo apreciarlo así. Supuse que en algún momento me acostumbraría y di gracias en silencio por su fuerza. Sí, también quería llorar, pero no me iba a permitir si quiera dejar a mis labios temblar de congoja. Quizá luego, ¡pero en ése instante lo dudaba! Ya no tenía interés en que me doliera más.

“Gracias, Aarón.”, pensé. “Finalmente tuve mi cierre. Te debo una.” Y con una serenidad inesperada, suspiré casi en paz, resignada en mayoría. “…No siempre obtienes lo que quieres, sino lo que necesitas…”, rezaba el dicho; ¡qué bien lo entendía ahora!

Cuando Robert volvió a mi lado, estaba hecho un nudo. Me miraba por momentos en silencio, con los brazos cruzados sobre el pecho; luego los dejaba caer y andaba un par de pasos y me observaba con detenimiento, casi en disección. Abría la boca para hablar, pero sólo salía aire de ella y luego la cerraba apretadamente. Una y otra vez se mesaba el pelo con una mano, la otra, o ambas a la vez. Intentó finalmente jugar la carta del enojo conmigo, para hacerme reaccionar, pelear; pero no mordí.

-No te canses… -Contesté en una con voz perfectamente normal y calmada.- Mi decisión no tiene vuelta de hoja y ya. Búscame quién me lleve de regreso a Londres y consígueme de vuelta mi hotel. Es lo menos que me debes.

Se quedó seco al notarme tan centrada e hizo nuevos intentos por convencerme alegando que había tenido que mentirle a Kristen por su bien, y que por mi culpa ella estaba como loca y tardaría mucho en calmarla; que no le quería entender ni apoyar y que era una egoísta. Yo lo miré con detenimiento, como si me hablara en un idioma incomprensible. 

Lo que sentía por él estaba tan resquebrajado que ya no tenía arreglo y era necesario desecharlo como se hace con un espejo roto. Por más que te miras en él, lo que ves, no te gusta, te molesta, y aceptas que ya no sirve.

Eventualmente, él fue el que cedió. No sé si aún creía que podría llegar a mí una vez que clareara el cielo, pero me dejó en paz al irse a otra pieza y darme privacidad que aproveché para descansar un poco antes de ducharme e irme.

Eran apenas pasadas de las ocho y treinta, cuando yo estaba desayunando sin mucha hambre unos bísquets con mermelada y un té inglés, en la gran mesa de la cocina que me había preparado la Sra. Collins, cuando él apareció aún en ropa de dormir, desvelado y con el pelo revuelto. La Sra. Collins le ofreció un plato de lo mismo pero al escuchar la seca negación de Robert, salió del área con suma discreción. Al hallarnos solos, él se sentó en la silla frente a mí, hecho un manojo de emociones a punto de desbordarse, pero mudo. Yo lo miré impasible, ya no me afectaban sus sentimientos, aunque nunca iba de dejar de admitir que era un hombre hermoso hasta en el peor momento.

-Nina… 

Pestañeé en su dirección, curiosa. ¿Qué quería ahora? Lo que haya sido, fue muy mal ocultado en el fondo de su lengua. Torció el gesto para tragarse el pensamiento y corrigió el rumbo de la conversación que ni si quiera había iniciado.

-El Sr. Collins accedió a llevarte. Estará listo cuando tú lo quieras. Pero preferiría manejar yo e irnos juntos si me te parece. Si te vas, yo no tengo nada más que hacer aquí.

Hice un cerrado gesto de reprobación con los labios.

-¿Y mi hotel?

A él se le cayó la boca ligeramente y pestañeó varias veces antes de contestar.

-Hum… Lo tienen listo, pero… Sólo había habitación para ésta noche. Tendrás que mudarte a otro para el fin de semana, espero no te importe.

Aquello no me gustó nada. Sonaba a treta y lo miré molesta. No quería darle la satisfacción de tener que aceptarle nada más. Le di vueltas a la idea hasta que de repente, se me vino a la mente la respuesta ideal.

-Mmm… Creo que eso podría tener una mejor solución si es que localizo a Ethan.

-¡¿Ethan?! ¿Qué? ¡¿Cómo crees que...?! ¡No ha de querer ni verte!

Lo miré con suficiencia, él no tenía ni idea.

-Espera… -Y le hice el gesto universal de “pausa” con el dedo al aire mientras tomaba mi celular del bolsillo y tecleaba algo. Pronto hubo un zumbido en respuesta a mi texto y luego una breve conversación a la que Robert no tuvo acceso; al terminar, sonreí y lo miré con complacencia. Era evidente se moría por saber qué había sucedido.

-Listo. Ethan me hospedará en su casa.

A Rob se le abrieron los ojos desmesuradamente. 

-¡¿Qué?!

-Ah, no te lo había dicho. Él y yo estamos bien, nos arreglamos a la mañana siguiente de tu numerito en mi hotel. Hemos estado en contacto todo éste tiempo.

-¿Cómo?

-Sí, se preocupa por mí, y sabe quién eres. Te descubrió. Pero tranquilo, es de fiar, eso está más que comprobado.

-¿Cómo dices? ¿Qué no me preocupe? ¡¿Me has estado mintiendo?!

Aquel arrebato de él me supo a gloria. Nunca pensé que las cosas iban a ser así, pero me encantó tener ésta inesperada carta a mi favor. 

-No. Simplemente no te lo comenté.

-Eres… ¡Eres…!

-¡Nada! ¡Ni se te ocurra! Ya no es de tu incumbencia. Creo que nunca lo fue. Todo esto fue… Un desagradable error.

Él me miró indignado.

-Qué pronta eres para huir Nina, qué rápida para buscar los siguientes brazos.

Exhalé aire con sarcasmo. ¡Qué desesperado estaba!

-Me da igual lo que pienses Robert. Ya no te debo ni honestidad ni verdades a medias. – Y me encogí de hombros para regresar a lo que quedaba de mi panecillo sin añadir más. Estaba furiosa, pero no quería perder el control, sabía que si me dejaba ir iba a ser horrible.-

Robert se levantó de su silla, como impulsado por un resorte y recargando con fuerza las palmas sobre la mesa.

-Nina. ¿Esto es todo? ¿De verdad no lo entiendes? No puedo escoger a una, no quiero lastimar a ninguna… Es… Es… ¡Cómo en el libro! ¡¿Sí?!

¡Qué ridículo!, pensé. ¡Tratar de usar esa tontada para apoyarse! Lo miré con reprobación y desagrado, como se hace con un niño pequeño que insiste en una necedad.

-Es un texto para adolescentes Robert. Yo no lo soy. Es absurdo que pretendas defenderte con eso. 

-Nina, es que. Yo…

-No. –Dije con calma áspera.- Esto se acabó cuando no pudiste hacerte un hombre, y yo no quiero a un muchachito como pareja. Estoy más cerca de cumplir treinta años que nada y veo las cosas de manera distinta. Yo tengo que ser formal, seria, esforzarme día a día. No tengo un ejército de personas haciendo las cosas por mí. Soy… Como el resto de los mortales que nos interesamos vivir aprendiendo y creciendo. –Podía sentirlo a cada palabra, la rabia se me estaba extendiendo por todas las venas y la respiración se me agitaba. Mi ira estaba a punto de desbordarse.
-Quise creer en ti, pero, te has quedado corto. Y no me sirves. Yo no soy una nenita necesitada de amor y reafirmación para creer que importa porque alguien la quiere. No. Yo sé lo que valgo. –Mis ojos lo quemaban con desdén, mis labios con mis palabras, y él lo soportó. 

-Quizá cuando me conociste estaba tan frágil que en aquel entonces hubiera intentado vivir  tu mentira, pero gracias a Dios no tuve que hacerlo. Hubiera sido degradante. Y me estoy gastando en decirte todo esto sin creer que en realidad lo puedas entender porque a mí me has dejado el sabor de que en vez de avanzar desde aquel verano, te has quedado atrás. –Me encogí de hombros, humillante.-  Supongo que el medio en que te mueves terminó por tragarte. Lástima.

Él me miraba con incredulidad, con el color rojo tiñéndolo  lentamente de abajo a arriba. ¿Vergüenza? ¿Aceptación? ¿Enojo? Me daba igual. Robert boqueaba notoriamente intentando enfocar su mente al contestar.

-Nina, hace mucho que dejé de ser un “chico de Londres”, la normalidad de otros es un privilegio raro para mí. –Me soltó con sequedad  mientras sus ojos me miraban con dureza.- ¿Qué si tengo que recurrir a un séquito de empleados para las cosas más mundanas? ¡Claro que sí! La vida que llevo es inimaginable. No es para nada lo glamorosa que algunos piensan, pero tampoco es mala. No puedo lamentar si tú no lo entiendes –Dijo reprobatoriamente para seguir con un tono de altanería-. Ya soy parte del círculo exclusivo del Hollywood Joven y no me avergüenzo de ello. Si eso te molesta, no hay nada que pueda hacer.

Arqueé una ceja mientras los labios se me partían en reprobación. 

-¿Molestarme? Eso no puede molestarme, no me incumbe. No eres parte de mi vida, nunca lo fuiste. Nunca lo serás. Lo que parece que no entiendes es que no importa en qué mundo te muevas, es una bajeza pretender tener dos mujeres a la vez. Quizá haya muchas estúpidas que no les importe ser tu secreto, pero a mí sí. Mira… Si Kristen no es suficiente ya, sólo falta que pestañees y tendrás cuantas quieras, seguro ella lo entenderá; también es de éste medio…

-¡Deja de meterla en esto!

-¡Oh, no! ¡Ella está metida en esto! Quieras o no. ¡Eres un cobarde comodino! No sabes estar  sólo, ¿verdad? –Empecé a soltar cuanta cosa se me vino a la mente, sólo quería lastimarlo.- No entiendo cómo te has atrevido a decirle que la amas, cuando has estado todo éste tiempo diciéndome  lo mismo a mí. Eres un mentiroso horrible, un falso. Pero ya no te creo más. Ya no quiero nada más proveniente de ti.

-¡Nina! ¡Por amor de Dios! ¿Por qué no puedes creerme? Te amo de verdad, pero no puedo hacerle esto a ella. ¡No puedo traicionarla de esta forma!

Lo miré incrédula. ¿De verdad era tan obtuso respecto a todo?  
            
-¡Por Dios! ¿Estás hablando en serio? ¡Llevas engañándola años! ¡Desde aquel verano!  Desde la primera vez que me escribiste un estúpido correo rogándome. Ahora no me salgas con que estás con ella por mero agradecimiento. Eso sería patético.

-¡Nina! Le debo todo… Ella me escogió, me ayudó… Me apoyó en contra de mucho. Yo, la sigo queriendo, pero no es como antes. Ella es… Es la misma persona que conocí entonces, no ha cambiado y yo… 

Lo interrumpí ahí.

-Cambiaste mucho Robert… Yo te conocí decidido, tenaz, lleno de fuerza.  Tenías  miedos sí; pero estabas dispuesto a arriesgar y luchar… Tenías mucho ímpetu, y ahora… 

-Nina… Tú también cambiaste. –Me contestó herido-.

-Sí. Lo hice para sobrevivir a ti. Eras tan impresionante, tan abrazador… Que fui Ícaro volando hacia ti… Me quemaste, pero cuando caí, no quise morir ahogada y aprendí  a nadar. Tú en cambio… -vacilé un momento, pero luego lo miré directo a los ojos, no dispuesta a concederle tregua.- Simplemente te deslumbraste a ti mismo y te olvidaste de lo demás.

-Eso… No es justo… -Se retorció incómodo una y otra vez frente a mí.-

-Es lo que siento, es como te veo.

-No es lo que soy. –Espetó descompuesto.-

-Para mí, si. Y eso es lo que me importa. Estoy cansada, harta de tus tontadas, de tus promesas a medias. No te permito que me destruyas una vez más. No.

-Nina, no quiero hacerte daño. –Las malditas manos le revolvían el hermoso pelo una y otra vez, llenas de ansiedad. Intentó acercarse a mí un poco, pero aunque no me moví de mi lugar, todo mi cuerpo le gritó “¡aléjate!”.-

-Ya… ¡Ya! ¡Basta! No puedo oír más tus disculpas. No quiero ver más de tus palabras. ¡Quiero que me dejes en paz! Eres un cobarde. ¡No me mereces!

-¡Nina! ¡Por favor! No destruyas todo. –Gritó tan fuerte como yo.-

-Tú lo estás haciendo con tu inseguridad, con tus miedos, con tu incapacidad de decidir. De luchar por mí.

-¿No crees que estoy luchando? –me inquirió con voz aguda- ¿No sientes como me estoy desmoronando porque no quieres aceptarme?, ¿por qué tienes tanta urgencia en matar lo nuestro?

-¡Es que no se trata de eso Robert! Se trata de que no te creo. Ya no creo en ti.
Respingó dolorido con mi afirmación y doblegó su erguida postura notoriamente. Su voz fue baja al hablar.

-Nina, ¿no me amas?

-No importa lo que sienta, o haya sentido por ti. No eres bueno para mí.

-Nina, me quieres, no nos destruyas.

-¡No intentes manipularme! Yo no estoy… Yo no puedo…  ¡He dicho miles de veces que te alejes de mí!

-¡Y yo te he contestado que lo intenté, pero que no puedo! Por favor, quédate, podemos hablar esto, podemos encontrar una solución…

-No.

Mi voz fue seca y mi respuesta tajante. Esto era cansado. Era como hablarle a una piedra.

-No hay ni una posibilidad. Y si insistes… Te vas a topar con la historia en la prensa. Tengo los correos para probarlo y a Ethan como testigo. Incluso es seguro que te tengan filmado en las cintas de seguridad del hotel. Esto se acaba ahora. No más acoso.

-¡No te atreverías! –Me dijo horrorizado.-

-Créeme que no me interesa hacerme penosamente famosa por ser “…El amor secreto de Pattinson…”, pero me la jugaría si con eso te olvidas de mí.
-Nina… No… No caerías tan bajo.

-Es la única bajeza de la que sería capaz por ti, Robert. Ninguna otra.

Fue evidente que estaba atrapado y caminó de aquí a allá rondándome poco a poco en tangible frustración. Luego de unos instantes, se detuvo frente a mí, cerca, muy cerca.

-Nina… Es… -Tragó saliva antes de seguir y con cuidado, extendió un dedo tembloroso de su mano hacia mi puño que descansaba sobre la mesa. Yo dejé que me rozara por un instante, pero la fuerza de las sensaciones que su tóqueme provocó, hizo que jalara mi mano abruptamente contra mi pecho, cruzando ambos brazos al frente. Robert arqueó una ceja apesadumbrado y retomó su discurso. – Es una lástima de verdad…Yo te he querido, te quiero –corrigió-,  pensé que tal vez… Pero, está visto que esto no va a funcionar jamás, ¿verdad?

Había una velada súplica en esa afirmación. Y aunque me dolió, me aferré a lo que creía era la respuesta necesaria.

-No. No me lo parece Robert.

Él se cerró completamente al oírme, mordiendo el aire dentro de su boca y mirándome con tanta fuerza, que sentí que me quemaba desde adentro. Finalmente, viró el rostro rompiendo el contacto y yo caí al vacío sin el agarre de sus ojos.

-Que tengas buen viaje Nina. No sé si fue un placer conocerte, pero sí que fue interesante.- Sonrió para sí con un dejo de sarcasmo en su tristeza.- Le diré al Sr. Collins te busque para que te pongas de acuerdo con él.

Aquél duelo de temperamentos llegaba a su fin, él se daba por vencido y sentí la pena oprimirme el corazón; pero  esa decisión era lo que yo había escogido, la que creía era capaz de sobrevivir.

-Gracias Robert.

Él asintió cansado, sin verme, ocultándome sus ojos. Me pareció estaba conteniendo el llanto.

-Espero seas feliz Nina, yo… Me rindo. Tienes razón, no puedo ofrecerte nada de lo que me pides y tú tampoco puedes o quieres... Intenté forzar la suerte y no funcionó.  Así que… No voy a volver a molestarte. Te voy a pedir que tú tampoco intentes contactarme, que dejemos aquí ya esto por la paz y fin. ¿De acuerdo?

Aquello lastimó, mucho, pero creí era lo justo y moví la cabeza en aceptación. Hubo una pausa donde nos miramos en silencio, con labios plegados y  reprimiendo mucho por decir, tratando de mantenernos firmes en nuestras posturas.

 De repente, Robert se rompió y por fin me di cuenta de cuánto le dolía esto y lo real que era para él. Los ojos se le humedecieron y los bellos labios le temblaron.

-Nina… ¡me va a lastimar mucho perderte! –dijo  mientras cerraba el espacio entre nosotros y me abrazaba torpemente soltándome casi al instante del mismo modo, para luego abrazarse a sí mismo. Yo estaba en shock, los oídos llenos de aire y bloqueada. 

-¡Por favor, Nin! ¡Perdona todo el daño que te hice! Tú también me lastimaste...

Empecé a temblar, débil, deseosa de que todo pudiera terminar de otra manera.

-Déjala, Robert… Deja a Kristen. –Dije bajito, a punto de romper a llorar con él.-

-No puedo Nina. 

El corazón se me congeló al punto del hielo mientras caía y se hizo pedazos al estrellarse contra esa dura realidad.

-Déjame entonces…- Me lamenté mientras unas lágrimas caían en silencio de mis ojos.

Él me miró por debajo de sus pestañas, tratando de contenerse, enderezándose sobre sus hombros y derrumbándose de nuevo. Era evidente también como negaba y asentía a sus propios pensamientos, pero callaba ante mí.

-Cuídate Nina… -Dijo al fin con la voz quebrada y giró sobre sus talones para salir rápidamente de la cocina y dejarme sola, con el alma compungida y en llanto mudo.
El Sr. Collins carraspeó levemente antes de entrar a la habitación un poco después. En menos de media hora me hallaba dentro del auto, dejando atrás la hermosa finca y un doloroso sueño.

Durante el camino texteé a Ethan preguntándole cuán pronto podría recibirme en su departamento, no quería estar sola. Mi moderno e imperfecto caballero de brillante armadura me rescató una vez más  al prestarse de inmediato y luego de que le di los datos de la dirección a mi chofer me reuní con él. Jamás llegué al hotel de Londres.



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Éste, no es el fin de Nina. Sólo otro momento en su vida.

¡Si tan sólo pudiera narrarles lo que pensaba Robert! Pero, ¿quién puede leer mentes de verdad?
Cariños: Sissy

*Una confidencia, chicas… Una de las cosas que también me llevó a amar la saga fue el hecho de que Muse –una banda que yo seguía desde el 2003 o 2004- hubiese participado en el soundtrack.
Les dejo ésta canción que es MI FAVORITA  por su letra y fuerza. ABSOULTAMENTE SIEMPRE que la escuchaba, quería llorar y aún hoy la canto a todo pulmón con un adorado lamento, “…Our Time is Running Out…” ¡Se me parte el corazón! Hoy, se la presto al Robert de “Mi Secreto”.
Aquí, la versión subtitulada al español en un concierto en vivo.



 



2 comentarios:

  1. GENUAL SISSY....PLEASE QUE ROB SE DECIDA...LO QUIERO CON NINA..EXCELENTE HISTORIA SALU2
    LIZZZZ ...MEXICO

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  2. Hola Sissy. Me sorprende cada vez más está personalidad de Robert en cierta forma un tanto infantil, indeciso y que lo quiere todo sin tener en cuenta a los sentimientos de las otras dos implicadas. Me gusta mucho como sabes captar la esencia de cada escena y plasmarla en palabras que te llegan al corazón. No entiendo muy bien a Rob, supongo que en tu mente sabes el por qué actúa de esta manera , pero como la historia esta narrada desde la perspectiva de Nin, ella ignora esa parte y solo sabe lo que el le cuenta sea verdad o no.
    Gracias por poner el capítulo y avisarme. Sigo muy intrigada por saber hacía donde llevaras la narración. Tengo mis propias sospechas. Su relación a lo largo del tiempo siempre ha sido de encuentros tumultuosos y gran drama personal en las huidas-despedidas. Sigue escribiendo me gusta leer lo que escribes. Besos.

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