Seguidores

25 de septiembre de 2013

ONE SHOT: "SAFE AND SOUND" (Sanos y salvos) +18

SAFE & SOUND  - Sanos y Salvos 

Podría mostrarte el amor
En una marejada de misterio
Y aún así estarías junto a mí
"SAFE AND SOUND"
CAPITAL CITIES


La canción que suena me encanta y me siento efervescente. Toda esta noche tiene un aire de magia con brillos dorados que no entiendo, ni me preocupo por hacerlo.


El pequeño y exclusivo sitio en el que me encuentro festejando es perfecto en su distribución que no es ni circular ni cuadrada en los tres subniveles en que está construido.


Río feliz. Bailo feliz. Mi novio me abraza con fuerza mientras me dice algo al oído y nuestros amigos están a nuestro lado acompañándonos a celebrar el compromiso que hicimos la noche anterior; ésta noche y desde ayer, luzco un diamante en el dedo anular izquierdo del cual me siento orgullosa de portar.


Hay otro grupo casi al lado del nuestro que está igual de animado pero se nota están más “entonados” que nosotros. Son en su mayoría hombres y aunque sí hay un par de chicas, seguramente son pareja de algunos de ellos. Eso sí, todos tienen en común el ser atractivos y es imposible no mirarles de reojo de vez en cuando a pesar de la exclusividad del lugar y la regla dorada y silenciosa de que lo que aquí suceda y quienes se diviertan aquí, quedan en el anonimato de la noche.


He notado a uno de ellos en específico, un chico en camiseta desfajada y gorra beisbolera puesta al revés que se adivina rubio bajo ella por el color de su  barba de tres días.  Tiene una sonrisa impactante y contagiosa. Sí, sé que estoy comprometida y muy enamorada de mi novio pero hay algo en él que me atrae incontrolablemente. Es famoso, es Robert Pattinson y está de juerga aquí, la misma noche que yo.


Por supuesto que no voy a ir a molestarlo, eso sería totalmente vulgar y de mal gusto. Amén de estar pecando contra la política del club para el cual mi novio hizo reserva hace más de cuatro meses, cuando planeó todo con suma anticipación. Así de preferente y complicado para entrar es éste lugar si es que no eres “alguien”, en El Lay.


Lo que me está matando es que él también me ha notado. Es rarísimo, pero justo cuando él estaba tomando un sorbo de su Heiniken*, nuestras miradas coincidieron y la risa que cada uno traía colgada por todo el rostro se nos congeló junto con ese instante. Me fue fácil e inmediato notarle el cambio en la expresión porque seguro era la misma mueca que la mía. Tengo la extrañísima sensación de que nos conocemos de otro lado, de que nos hemos visto ya muchas veces antes y que hay algo apremiante que tenemos que hablar. ¿Será el alcohol o la adrenalina en mi sangre lo que me provoca semejante alucinación? Debo estar completamente chiflada, porque en serio que a pesar de que tengo ya varios años viviendo en ésta ciudad, jamás me lo había topado afuera de la pantalla de cine donde lo había visto impersonando al vampiro Edward Cullen o al millonario de Cosmopolis.


Sus cejas se elevan contrariadas y de repente me suelta de su mirada; eso se siente como si me hubiese caído de un bungee-jumping sin aviso de que me encontraba amarrada a él. Regreso a la realidad del donde me encuentro mientras mi novio me jala hacia él para chocar nuestros vasos y cantarme una estrofa de la canción que suena, yo le sonrío tratando de recomponerme y quitarme de encima la sensación de apuro que me cosquillea por todo el interior y que me está poniendo los pelos de la nuca erizados.


Trato de seguir festejando, de reírme de los chistes de mis amigas, de devolver con locura los besos de mi novio; pero la inquietud no me abandona. Estoy luchando por no voltear a mirarlo de nuevo. Seguro que para alguien como él debe ser sumamente incómodo que no te dejen en paz ni siquiera en los momentos más privados y no quiero ser yo quien se lo arruine, pero… ¡Ay! Siento que me ahogo por la necesidad de acercarme a él.


No sé cuánto tiempo ha pasado desde ése primer contacto visual, de repente la música que me tenía tan elevada se ha convertido en algo irrelevante y ya no me estoy en paz. Pierdo la batalla y miro en su dirección. Las luces doradas y las sombras extrañas no lo pueden esconder. Se ha sentado un momento y está charlando con un moreno, un chico de bigote que se adivina no pasa de los treinta tampoco. De repente, eleva su cabeza y vuelve a mirarme justo a mí mientras la boca se le queda abierta. Su amigo ríe con sorna y decide seguir el rumbo de la mirada del que se quedó mudo y de repente tengo a ambos concentrados en mi persona de un modo muy distinto. Robert en shock y su amigo con cara de coqueto perverso. Yo doy un respingo porque de nuevo me quedo atrapada, pero ésta vez, una alucinación me cae encima como una avalancha veloz.


Estoy en otro lugar y soy una adolescente de nuevo, una chiquilla del colegio secundario, mi peinado me lo dice; y estoy mal sentada sobre el piso en un poco iluminado rincón tras bambalinas en el auditorio de la escuela. A mi lado está Él, hecho un chiquillo flaco y larguirucho con cara de adolescente arrebolado. Estamos en medio de una conversación de esas que se sentían increíblemente profundas y pragmáticas cuando tienes quince, pero que en realidad no sirven para descubrir el hilo negro. Él se está riendo y tartamudeando por culpa de la misma risa y yo lo miro con el labio torcido. ¿Por qué no me puede creer lo que le digo?


-En serio, Pattinson. Ya deja de reírte. Te va a ir bien.


-¡Ja! Mira que eres cándida Liv, ya te confesé por qué me uní al club de drama. La verdad es que la actuación no es lo mío, pero me la estoy pasando en grande…


-Y yo te digo que lo haces bien, que no seas tan odioso con lo de tu modestia. Si lo que quieres es que las chicas no noten tu inseguridad empieza por creérlo tú.


-¡Oh, Liv! –Se acerca a mí y me da un empujón con su hombro al chocarlo contra el mío en complicidad.- Lo creería si tú me das un beso…


El gesto me ha tomado por sorpresa y doy un respingo. El muy ladino ya se está acercando a mí de a poco a poco y yo tuerzo el labio en una media sonrisa sarcástica evaluando la torpe estrategia del chico de pelo rebelde que está jugando sus cartas abiertamente. Decido que sí, que lo dejaré besarme y quizá hasta ir un poco más allá. Quizá hasta segunda base… ¡Debo estar loca! Y en mi interior suelto una carcajada nerviosa. Me gusta éste tonto.


Estoy de vuelta al presente por culpa de mi amiga Gracee, que se ha dado cuenta de que estoy ida mirando al actor y me pellizca la costilla, divertida.


-¡Hey, chica comprometida! Controla tu voyerismo, recuerda que estamos festejándote a ti y que tienes a tu novio justo al lado, ¿sí?


Siento palidecer al oírla. Me giro hacia ella y le miro en blanco. En la mente aún puedo verme en esa penumbra y sentir el beso y las caricias que nos estábamos dando. Y sí… Lo dejé llegar a segunda base y el busto me estaba doliendo de ansias. Me ruborizo al instante.


Me pongo de espaldas al grupo de Robert y me concentro en prepararme una nueva bebida a pesar de que mi vaso aún está a medias. Gracee le ha dado un vistazo al moreno y ambos se ríen en complicidad. Al parecer mi amiga está coqueteando con el descarado de la otra mesa y con eso me deja en paz.


Aún en cuclillas hago un esfuerzo por verter lentamente el vodka sobre mis hielos. En el transparente líquido se aparecen de repente otras memorias.


Estoy de nuevo a su lado, sentados a la espera de que lo llamen para su escena. Esta vez está caracterizado de Cedric Didggory y una vez más, está ruborizado en su palidez. La conversación no es tan boba como la última, de hecho él está bastante nervioso y juega a golpearse el muslo con una pajilla mientras que sostiene una lata de coka-cola con la otra. 


-¿Qué haces aquí Liv? Pareces mi conciencia que sólo quiere molestarme. –Me dice con un tono ácido y agudo.  A mí me hiere su afirmación.


-Eres un idiota, Pattinson. Ya basta de esa actitud conmigo. El que seamos, amigos, desde hace tiempo no te da derecho a decirme ése tipo de cosas.


-No, es que eres una alucinación. No sé de donde sales, pero te apareces justo cuando traigo problemas y me pones irritable. 


-¿YO? ¿Una alucinación? ¿Estás chiflado?


-Eso me gustaría saberlo. No te veía desde aquella vez en la escuela y desapareciste repentinamente luego de besarme. Me dejaste bastante molesto. Me usaste y aún estoy enojado contigo.


-¿Qué yo qué? Si mal no recuerdo, tú fuiste el que me besó y si me fui y porque… -La lengua se me atoró ahí mismo, estaba haciendo esfuerzos titánicos por recordar el motivo de mi partida y simplemente éste se negaba a llegar a mi habla.


-¿Lo ves? No te puedes ni defender. Además, no entiendo qué parte tienes tú aquí. No te había visto antes por los sets.


-Me ha colado una amiga de mi cuñada. Es parte del staff técnico y me invitó a darme una vuelta calladita. No tenía idea de que tú participabas en el film. –Le contesté con cierta rabia para aclararle que nuestra coincidencia no tenía nada que ver con él.


-¿Tu cuñada?


-Sí, es amiga de una de las maquillistas. 


-Hum…


-Oye… No has cambiado nada. –Me mira de reojo ante la afirmación cargada de sorna.- Sigues siendo el mismo inseguro. ¿O acaso estas aquí para seguir intentando ligarte niñas, eh?


Me mira con cierto arrepentimiento, pillado en cosas que sólo nosotros dos sabemos. Exhala aire, tuerce el rostro y jalándose el engomado pelo, se muerde los labios antes de contestarme.


-Yo… eh… Pues, sí… He salido con una de ellas, pero nada más. En realidad, bueno…Estoy saliendo con alguien que me gusta mucho…


A mí se me retuerce algo por dentro y mis labios imitan esa sensación. No me lo ha dicho por despecho, sino como una confesión.


-Me alegro por ti.


-¿Estas molesta?


-¿Por qué habría de estarlo?


-Porque, bueno, tu y yo… ¿Oye, entonces soñé todo? ¿No te acuerdas de nada?


El agua quina se derrama del vaso y me empapa la mano y giro de golpe la muñeca para detener el líquido pegajoso que cae por mi vaso hasta la mesa. ¿¡Qué diablos me está pasando!?


Ahora sí que estoy asustada. Me niego a ponerme de pie y buscarle de nuevo la mirada, en vez de eso tomo una servilleta de papel y seco el desorden. Ahora se me están viniendo los recuerdos a la cabeza de golpe y ya no pierdo la orientación del donde me encuentro en la  realidad.


Nos hemos visto en muchas partes antes y en muchas ocasiones. 


En sueños.


Eso fue antes, mucho antes de que él fuera si quiera famoso.


¿Pero cómo? Yo ni siquiera vivía en América entonces. ¡Mucho menos Londres! Volteo a ver la botella y luego a mi grupo de amigos. De repente siento que es una escena de la película de “The Hangover”  donde el peludo ese de Zach Galifianakis confiesa que le puso algo a la bebida y me preocupo en serio. ¿Acaso estaba adulterado nuestro vodka? Nadie más da señas de estar tan alocado como yo en realidad. Me dejo caer en el silloncito y mi amor, al darse cuenta de ello, se sienta a mi lado.


-¿Todo bien Liv?


Lo miro dudativa. No voy a soltarle que estoy desvariando con el tipo de la mesa de al lado y miento.


-Sí. Es sólo que creo que se me ha subido un poco la bebida.


Él se ríe travieso mientras sacude los hombros y me besa velozmente los labios.


-Guapa, es que anoche nos bebimos dos botellas de champagne solitos, aparte de la botella de tinto en la cena. ¿Quieres que te pida un vaso de agua natural?


-Creo que no es una mala idea, Elliot. ¿Podrías?


Él vuelve a reírse y con un guiño se levanta para contactar a un mesero y hacerle mi pedido. Yo comienzo a dudar de mi sano juicio. ¿En serio es cosa del alcohol?


Ha pasado más de una hora desde que todo inició y mi grupo parece no darse cuenta de que me estoy deschavetando. Decido reubicarme y me pongo más cerca del límite entre nuestras
salas, pero a espaldas de él. Ya no quiero verle y me apoyo en mis chicas para ello. La canción que suena nos encanta a todas y empezamos a bailar en grupo, riendo y cantando y tratando de crear una tonta coreografía para la misma y nos está saliendo genial… O al menos, en nuestra imaginación es así, pero no importa. Estamos aquí para celebrar y eso estamos haciendo.


De repente alguien choca contra mi espalda un poco más que suavemente y no se trata de mis amigas. Volteo a ver por mero impulso y me quedo tiesa. Ha sido Él con su espalda también, y se ha girado para musitar una disculpa.


Ninguno de los dos hace mucho. Yo inclino la cabeza para aceptar sus palabras y veo como él me esconde los ojos nerviosamente. Me apeno también, me da vergüenza la sarta de espejismos que he tenido y no quiero que me vaya a tomar por una de sus dementes fans, pero a la vez quisiera tanto preguntarle algo… Algo que no estoy segura qué es.


Elliot se ha dado cuenta de que estoy haciendo contacto con un guapo y ni tardo ni perezoso, se acerca a mi lado para plantarme un beso en los labios.


Robert atestigua el acto y se repliega. No hemos intercambiado ni una palabra más, pero me parece que ambos estamos conectados por un invisible hilo eléctrico que cada vez zumba con mayor fuerza.


Es completamente ridículo.


Elliot ha procurado ya no despegarse de mi lado y yo comienzo a sentirme verdaderamente incómoda. Es evidente que algo me pasa, porque Gracee se me acerca y me pregunta al oído si todo está bien. Le respondo que sí, pero que creo que definitivamente tengo que irme más despacio con la fiesta porque me siento rara desde un rato.


Vuelvo a sentarme luego de que ella me sugiere preocupada que lo haga y me imita, mientras me frota el desnudo brazo. Apenas me relajo, mi mente vuelve a jugarme otra.


Estamos en hotel de Cannes. Esa tarde fue la premier de la última película con Cronenberg y está sumamente borracho y tumbado en un amplio sillón de su suite por no haber podido llegar a la cama. Aún está vestido de gala y se ve guapísimo a pesar de estar en semejantes condiciones.


Me acerco a él curiosa, porque no recuerdo cómo es que llegué ahí y quiero preguntárselo. Lentamente me coloco cerca de su rostro, escudriñándole los ojos mientras lo llamo por su nombre.


-¿Robert…?


Abre uno a medias y sonríe torcidamente mientras lo vuelve a cerrar.


-¡Hola Liv! –Me saluda con afecto- ¡Qué gusto que hayas decidido aparecerte hoy!


Estoy casi en cuclillas a su lado y escucho sorprendida sus cálidas palabras mientras que él se endereza levemente sobre el mueble.


-¿Qué hora es Liv?


-No lo sé. ¿Oye, qué está pasando?


-Supongo que sólo cosas buenas porque te has asomado a mi mente de nuevo y sólo vienes cuando algo importante sucede.


-¿En serio? –Le pregunto extrañada.- Pero si nos hemos visto sólo pocas veces.


-Sí… sí… Pero he llegado a la conclusión de que cada vez que lo haces es para bien… 


Está completamente erguido en su asiento y me sonríe amplia y turbiamente mientras abre sus brazos hacia mí, haciendo un gesto para que me le acerque con la mano. Yo obedezco y de repente me hallo abrazada por la cintura baja y empujada sobre sus piernas.


-Ya no soy el chiquillo tonto de antes, pero aún me gusta besarte Liv.


Se me corta la respiración en el presente, porque ya no tengo problema para ver todo esto como una película en mi mente y combinar la música que escucho en el club, con lo que parece ser un recuerdo.


Me abrazo de su cuello y aunque algo incómoda en la pose, recibo de buena gana su beso con sabor a alcohol y de carácter bastante desinhibido. El ombligo se me pega a la espalda de la impresión al revivir esa escena mientras estoy sentada junto a mi amiga.


Su lengua está acariciando la mía con suma posesión mientras me mordisquea los labios y yo le devuelvo el beso con fervor. Su incipiente barba comienza a aparecer y se siente deliciosamente áspera sobre mi rostro y cuello cuando decide ir en esa dirección, succionando a la par de lamerlo y yo tiemblo de placer, con los pezones erizados de ansia y un cosquilleo comenzado a hacerse muy notorio entre mis piernas.


Con demasiada confianza y conocimiento mete su mano en mi escote y se me viene un espasmo de placer cuando sus dedos alcanzan su objetivo. Definitivamente ésta vez es mucho mejor que cuando éramos adolescentes. Ninguno de los dos está aprendiendo sobre la marcha y ya sabemos disfrutar y hacer gozar. Me concentro completamente en la escena que no estoy dispuesta a dejar escapar inconclusa como las anteriores. ¡Es demasiado buena como para ello, y me ruborizo de placer!


Su mano libre baja por mi pierna hasta encontrar el borde de mi vestido y se escurre por debajo subiendo de nuevo acariciando con decidida suavidad la piel de mi muslo, dejando una estela de excitación por toda ella que se mueve hacia arriba y poniéndome húmeda de anticipación.


Sus dedos encuentran mi ropa interior y juguetean con ella antes de realizar la misma acción que con mi falda. Su vista se concentra en mi cuando comienza a acariciarme la zona. Me toca como si no fuese la primera vez, como si fuésemos amantes de tiempo; de esos que ya saben el camino y se fascinan de recorrerlo juntos uno y otra vez. ¡Dios! El corazón se me está parando a ratos con cada espasmo que me provoca con su tacto.


-Mía por fin… Justo hoy… No pudo ser mejor el cierre del día.


Parece que en realidad no está hablando conmigo, como si estuviese convencido de que está soñando y que le está sacando provecho al momento sin el menor recato porque así es como son las cosas en los sueños, ¿no?


A mí ya me da igual, porque creo que estamos en la misma. Soy su alucinación o él la mía, pero eso es completamente irrelevante para estas alturas.


Termino de desabotonarle la camisa con algo de torpeza porque él se niega a dejar de acariciarme, sólo se acomoda un poco para ayudarme con ello a acelerar el proceso y apenas logro ver su piel blanca libre de tela poso mis labios sobre de ella. Mis labios besan su pecho y lo lamen y mordisquean aquí y allá, concentrándome en lugares que le provocan placer y hacen que el bulto entre sus piernas crezca y se endurezca muy notoriamente. Es tanta su excitación que saca sus manos de mi ropa para con ambas soltar el cinturón de su traje, apretando los labios en la acción. Yo me quito levemente de encima para permitírselo y  en un instante él termina de desabrocharse y liberar su erección. Estoy pasmada, mirándolo. Él me sonríe maliciosamente y con un beso posesivo toma también mi mano para guiarla hacia su miembro para que lo acaricie. Es mi turno de explorarlo y hacerlo temblar.

Pronto, muy pronto él está a punto. Ninguno de los dos quiere esperar más y con poca delicadeza comienza a jalar de mi tanga hasta romperla. Es una lástima porque era sumamente hermosa, pero ha cumplido su objetivo, además… ¡Qué rayos importa una braga cuando estoy  a punto de montarme encima de Robert!


Lo siento entrar bien profundo en mí y tengo que acostumbrarme un momento. Él se muerde los labios y se clava de mi rostro, escudriñando por mi reacción ante su embiste; y es que no soy sólo yo la que se mueve, él no quiere esperar y entre ambos vamos y venimos uno sobre el otro para morir en el encuentro.


Se me sale un jadeo completamente sexual cuando siento el orgasmo y es lo suficientemente audible como para que Gracee que aún sigue a mi lado se gire bruscamente en mi dirección y me mire entre escandalizada y divertida mientras me da un codazo certero en las costillas. La realidad me hace “click” y me llevo la mano a la boca aterrorizada. El cuerpo lo siento caliente y sudoroso, pero no es por el ambiente del salón, es por lo que acabo de experimentar. Ahora sí que giro en su dirección y le busco impacientemente a mis espaldas. 

No está ahí.


Gracee levanta una ceja desorientada, no tiene idea de lo que me pasa pero tampoco voy a explicárselo. Me tomaría por chiflada. Estoy tan excitada y alterada que quiero es levantarme de ahí, ¡ya!


-¿Oye, qué te pasa Liv? Te estás pasando de rara. ¿Acaso, bueno, acaso tomaste algo más…?


La fulmino con la mirada. Es mi mejor amiga acá en Los Ángeles, pero en ése instante me es obvio que no me conoce bien, de lo contrario nunca hubiese si quiera imaginado algo como eso.


-No Gracee. Me siento mal, eso es todo.


Me pongo de pie, y observo frente a mí. Elliot tiene el ojo vigía puesto encima de mí a pesar de que no deja de convivir con todos y eso me molesta mucho de repente. Lo amo, lo adoro, pero justo en ese instante estoy dudando de mí y de lo que siento.


Me disculpo con Gracee y usando mi bebida como escudo mientras me cruzo de brazos y tensamente, le doy un sorbo. Estoy tratando de recomponerme porque me siento saturada de ideas que no sabía que estaban ahí y de plano creo que, o me volví loca, o en serio Gracee no está tan equivocada y me pusieron algo en el vaso.


De repente, un mesero se me acerca y disimuladamente me entrega una servilleta. Tiene algo escrito encima y me dice que quien me la envía es de la mesa de al lado.


Tiemblo. 


Mi primer impulso es estrujarla en  mi mano. Pasado el primer impacto, miro con sigilo a mí alrededor para saber si Elliot aún me está vigilando. Efectivamente, se ha dado cuenta de que el mesero me dijo algo y me hace el gesto universal de interrogación al respecto con sus hombros y manos. Yo le contesto del mismo modo fingiendo irrelevancia y él confía en mí. ¿Por qué no habría de hacerlo?


Busco también a Gracee, no quiero que ella se entere tampoco de lo que sucede. La verdad es que me desagrada mucho la sensación de que alguno de los dos me descubra y no quiero sermones.


Disimulo y pasados un par de minutos, abro finalmente el arrugado papelito para leerlo. Una letra desgarbada en tinta azul ha garabateado un breve mensaje: “Liv, encuéntrame en los baños. Recuerdo, recuerdo todo.”
 

El estómago se me cae al piso y el corazón se me atora en la garganta. 


¡¿QUÉ?!


Arrugo de nuevo la nota y la jalo instintivamente contra mi pecho. La electricidad se apodera de mí y soy una chispa a punto de explotar. Miro a todos lados con la respiración entrecortada pero no lo dudo. Tomo mi chaqueta de piel y me la monto sobre el vestido corto al igual que mi pequeño bolso clutch con cadena. Me disculpo para ir al baño y huyo antes de que alguien se ofrezca a acompañarme.


La cabeza me está dando vueltas y siento que no piso el suelo, cosa que no tiene nada que ver con mis tacones negros y mientras avanzo al segundo nivel, pierdo velocidad. Comienzo a ver cosas de nuevo.


Estamos acurrucados en el quicio de un largo ventanal en lo que parece ser una finca de la campiña. Afuera llueve levemente, pero se nota que pronto saldrá el sol; así de cambiante es el clima en éste país. Esta vez estoy hablándole con premura mientras que él me acaricia el rostro preocupado.


-Robert… Robert… ¡Recuerda! ¡Recuerda!, le dije insistente.   Estaré en la fiesta, con él… Si no me encuentras ésa vez, me perderás para siempre. Me casaré con él y seré feliz. A ti te olvidaré, porque así es como  sucederá si fallas. No tendré un solo recuerdo de ti y nunca sabremos si esto iba a ser grandioso. Por favor… Por favor, no lo olvides… No me olvides.


La boca se me ha caído al escucharme hablar. 


-“Sanos y Salvos”. Lo recordaré Liv, lo haré. – Y me besa con cuidado los labios.


De repente, me doy cuenta de que he llegado a los baños y que todo está más oscuro en la antesala, que en todo el club. Dos chicas salen riendo del baño y su risa me sorprende haciéndome dar un pequeño salto. La alucinación ha terminado por completo y tengo la sensación de que estoy despertando de un sueño y que por más que me esfuerce, no voy a poder recordarlo más allá de la cualidad de grandeza del mismo.


Giro en torno mío cuando las chicas desaparecen, no veo a nadie más y comienzo a dudar. Hay unas breves escaleras que llevan a la zona más calmada del club, una serie de privados con música diferente a la del resto del lugar. Quizá es ahí a donde debería dirigirme, pero sé que cuentan con seguridad y que si no estoy en la lista, me retacharán de inmediato.


Cuando finalmente me acerco a las escaleras, una sombra se mueve por detrás y respingo apretando el bolso contra mi costado.  El hombre sale hacia la luz con las palmas  abiertas elevadas en mi dirección, intentando con ello tranquilizarme. 


Es Robert.


Yo me quedo quieta, paralizada en mis pies y noto que la respiración se me acaba.


-¿Liv?


Su voz británica acaricia mi nombre en su interrogación y con ello el bloqueo en mi mente quiere disiparse. ¿Cómo sabe mi nombre?


En verdad de repente no sé ni que hago ahí, sólo sé que me enviaron una nota para citarme y que tontamente acudí sin pensarlo. Estoy sumamente nerviosa, el actor Robert Pattinson está hablando conmigo y sus claros ojos me cuestionan con preocupación.


-Liv… Liv… Sanos y Salvos, lo recordé. Dime que aún estoy a tiempo. Que no te has casado.


Elevo y miro mi mano izquierda, en mi alargado dedo hay sólo una argolla, no dos y se la muestro confundida.


Sus ojos muy abiertos han seguido el rumbo de los míos y con cierto alivio exhala aire contenido. Se lleva la mano a la cabeza y de repente le estorba la gorra, halando de ella para dejar el aplastado cabello libre y expuesto. Tiene una vena saltada en la frente cruzándole hasta las cejas y comprendo que está muy preocupado, pero ¿qué tiene que ver eso conmigo?


-¿De… De dónde nos conocemos?


-¿No lo recuerdas Liv?


Me contesta desilusionado.


-Yo… Es que… Eres Robert Pattinson pero, oye… ¿Tú me enviaste la nota?


-Liv… Casi me muero cuando te vi, enfrente de mí. Creí que estaba tan borracho que me había quedado dormido en la juerga y estaba soñando de nuevo contigo.


-¿Cómo?


La verdad era que aunque estaba hablando con él, estaba completamente bloqueada, no me acordaba de nada de todo lo extraño que me había sucedido a lo largo de la noche. Sólo tenía la sensación de que algo apremiante en mi interior pujaba por emerger.


-Es que… ¿Es que tú no? Tú también me estuviste mirando toda la noche, choqué contigo a propósito, pero me aturdí tanto por lo que pasaba en mi cabeza que me acobardé cuando el tipo ése te besó. ¿Él es tu novio? 


-Sí, él es Elliot. Me caso con él en tres meses.


Robert dio un respingo al oírme.


-¡No hay tiempo! Liv, tienes que recordar tú también.


-Es que, sé que hay algo, pero de repente… Bueno, no puedo ubicarlo bien en realidad.


-Liv… Yo… Tu y yo… -Su mano se alargó en mi dirección con precaución.- ¿Puedo…?


Yo elevé una ceja mientras se me cortaba la respiración y asentía, extendiendo la mía en su dirección a la vez.


Sus dedos se entrelazaron con suavidad de los míos y luego de percatarme de la exquisitez de su contacto, repentinamente sentí como si una corriente eléctrica me hubiese golpeado a través de ella anclándome y fundiendo ambas manos en una sola.


Una montaña de recuerdos me golpearon como la sombra de un fantasma que se posesiona de tu persona impasiblemente. Cientos de imágenes nuestras se amontonaron en mi mente mientras un escalofrío recorría mi cuerpo desde mis piernas hasta la nuca. Reíamos mucho, jugando, bromeando, besándonos amorosamente y nada parecía muy lejano, porque de hecho me veía tal cual como lo hago poco después de que llegué a El Lay a estudiar la carrera cinco años atrás.


Lo extraño es que finalmente era consciente de que todos esos recuerdos eran sueños. Hermosos sueños con un hermoso hombre que había conocido desde que éramos unos chiquillos y que en realidad nos habíamos amado desde aquél beso en el teatro de la escuela.


Era una locura.


Ensimismada comencé a sonreír como boba ante mi reflexión y todo lo que estaba sintiendo en mi interior. Elevé mi cabeza hacia él y lo encontré como reflejo mío, satisfecho y feliz, asintiendo para responder a la muda pregunta sobre si él estaba experimentando la misma alucinación que yo.


No dudé más y me lancé a sus brazos gustosa.


Envolviéndome en sus brazos y rodeando su cuello nos besamos al borde del llanto de la emoción. Me había encontrado justo a tiempo. Lo habíamos logrado. ¡Bendita magia! Nunca más iba a dudar que los cuentos de hadas se hacían realidad.


Luego de besarnos un poco más recordé a Elliot y mis amigos. ¿Cómo iba explicarles esto?, pensé mientras miraba preocupada en dirección hacia la zona de fiesta. Al parecer Robert percibió mi ansiedad y tomó una decisión imperiosa.


-Liv, vámonos de aquí, ahora.


-¿Cómo? –Le miré sobresaltada.- Pero… ¿Y Elliot?


-¡Al diablo con Elliot y todo! Escápate conmigo, ¡ya!


Lo dudé un poco, mirando hacia la roca en mi dedo, azorada.


-Es que voy a lastimarlo.


-Yo no estoy dispuesto a perderte Liv. Es ahora o nunca, tú misma lo dijiste. Vas a olvidarme si no nos vamos en éste instante.


Dejé de respirar asustada. Era mucho lo que me estaba jugando.


-Liv, -me dijo acercándome a él por la cintura- Safe and Sound, escucha… La están tocando justo ahora.


Elevé mi cabeza confundida. Efectivamente, unas voces masculinas repetían una y otra vez esa frase acompañada de promesas que parecían dirigidas hacia nosotros.


“…I could show you love, In a tidal wave of mystery, You'll still be standing next to me… You could be my luck, Even if we're six feet underground, I know that we'll be safe and sound, you safe and sound… Safe and sound…”*


No lo dudé más.


Vámonos!


Él sonrió de oreja a oreja y me besó lleno de felicidad.


Tomados de la mano nos escapamos de ahí. Huyendo de la realidad para vivir nuestro sueño.


-----
¡Uf! ¡Uf! ¡Uf!
¿Así o más loca? No lo sé. Decidan ustedes ahora que terminaron de leerme.
Les dije que sueño a color, con música de fondo y hasta en otros idiomas. Y mis sueños a veces son tan reales, que sólo me doy cuenta que estoy dormida cuando las palabras en los libros en los que a veces estoy leyendo, comienzan a caerse derretidas sobre el papel.
Fue un sueño grandioso, ¿no lo creen?
Las quiero: Sissy
CAPITAL CITIES: “Safe and Sound”. Salió al aire en el 2011, pero se hizo éxito mundial ahora, en el 2013. Sonó en mi mente una y otra vez en mi sueño. Obvio que la hice un loop infinito para teclear el Shot.  http://www.youtube.com/watch?v=47dtFZ8CFo8
-------






3 comentarios:

  1. Hola Sissy creo que hay añadido algunas fotos más. Te ha quedado perfecto.
    Desde luego tus sueños son mucho mejores que los míos. yo no soy capaz de recordar casi ninguno.
    Me has hecho disfrutar de un buen rato de lectura.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Querida amiga Krizia! Gracias por venir acá e invertir doble tiempo en releer. Sí, le aumenté unas cuantas imágenes más de las que le mandé a Coka, además de música, ya sabes cuanto me gusta vivir con mi soundtrack personal.
      Mira, respecto a eso de los sueños, desde que soy mamá ya casi no recuerdo ninguno; pero créeme que es un ejercicio voluntario que cuando lo perfeccionas, puede volverse agotador porque terminas viviendo múltiples vidas de día y de noche.
      Hazte el propósito de recordar cuando despiertes, ten un cuadernillo en tu mesa de noche y anota lo que sea que se te venga a la mente, repítetelo a ti misma en la ducha de esa mañana, habla contigo en el auto con la ventanilla cerrada y a solas con la música puesta como si cantaras... Todo se vale! JAJAJA! Pruébalo y verás! Ya luego me cuentas.
      Cariños hasta allá!

      Borrar
    2. Lo intentare, loquita mia. Pero es probable que me tomen por loca en mi casa y como lo haga en el coche, ni te cuento, jajajaj, Besos...

      Borrar