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3 de junio de 2014

Cap. 15 - CARLISLE / ALTERNATIVAS

CAPÍTULO 15

CARLISLE - ALTERNATIVAS

FLY
 

LUDOVICO EINAUDI


Carlisle había regresado hacia ellos cuando creyó conveniente luego de haberles dado espacio y atendiendo al ruego que Edward le había formulado de un modo tan bajo, que Elise no pudiese notarlo.

Aún era evidente el desánimo en ella cuando entraron a la oficina de Carlisle para charlar. A instancias de Edward y con permiso de Elise, él había solicitado el expediente médico de ella para analizarlo innecesariamente. Para ningún inmortal le sería desconocido el estado físico de ella. Estaba en su naturaleza detectar a aquellos seres cuya sangre estaba intoxicada o enferma, produciéndoles rechazo a alimentarse de ellos. Pero Carlisle lo hizo como muestra de cariño para con su hijo.

Luego de revisarlo y entenderlo, se llenó de piedad para con la chica. ¡Cuánto había sufrido la pobre durante su corta existencia! Qué injusto era que alguien como él, poseedor de todo el tiempo, no pudiese sentarse a encontrar una cura para enfermedades tan devastadoras como esa. Hacer una investigación tan trascendental para la humanidad resultaría demasiado llamativa y simplemente no había manera de eludir la notoriedad de sus contribuciones o descubrimientos.

Principalmente, el que estaba por develarle a Elise. Y para el cual, ordenó a Edward los dejase a solas, avocando el derecho de confidencialidad entre médico y paciente, para desagrado de éste. Lo que tenía que decirle a Elise era del completo conocimiento de Edward, más no así el resultado de esa charla. La última decisión al respecto era prerrogativa única y exclusiva de Elise y estaba seguro de que Edward terminaría presionándola de un modo u otro para aceptarla. 

Cuando estuvo seguro de que la distancia entre Edward y ellos era la suficiente, se dirigió a ella para plantear el asunto con toda la ética y delicadeza que le fuese posible. Era evidente que Elise estaba muy alterada en su interior pero no había tiempo que perder.

-Entonces, Carlisle, ¿revisaste mi expediente? ¿Encontraste alguna novedad?

La voz de Elise no denotaba ninguna esperanza, si acaso un poco de curiosidad y Carlisle deseó poder consolarla del modo correcto, pero eso no era posible.

-Me temo que no Elise. Los diagnósticos que te han dado son acertados.

-Oh, no hay nada que se pueda hacer…

-Lo lamento Elise.

Ella sonrió suavemente con ironía.

-Lo sabía. Se lo dije a Edward, pero él insistió tanto.

-Él es así a veces. No te molestes por su intensión.

-No lo estoy. Es sólo que, bueno, por un momento creí que siendo tú lo que eres, con la vida tan larga que has tenido, quizá… Sabías algo que no se había intentado antes.

-De hecho, así es Elise.

-¡¿Cómo?! ¿Tienes una cura?

-No precisamente. Lo que te voy a contar no es algo que pueda compartir con la comunidad médica lamentablemente.

Elise torció la cabeza. Eso no. No era aceptable. 

El mohín de desagrado no le pasó desapercibido a Carlisle, sintiéndose intimidado por ese simple gesto. ¡Pobre Edward! Era casi palpable la opinión de Elise respecto a algo que aún no le había formulado siquiera.

-Elise, estas en una casa llena de vampiros. Pero eso no quiere decir que los forcé a ser lo que son.

-¿Ni siquiera a Rosalie?

Carlisle elevó las cejas desconcertado por la incisiva pregunta.



-No. Ella, pobrecilla… El aroma de la sangre emanando de sus heridas fue lo que me hizo encontrarla. Rosalie apenas estaba con vida cuando llegué a su lado. Ciertamente tomé la decisión por ella, pero en ese momento creí que estaba haciendo lo correcto. Lo que le sucedió fue muy injusto.

-¿A qué te refieres?

-Por favor, espero que entiendas que esto le pertenece sólo a Rose, aunque sea de un pasado muy lejano e irrelevante para ahora, pero… Rosalie fue ultrajada y golpeada a tal grado, que sus agresores la dieron por muerta cuando la dejaron tirada y abandonada. Yo pensé que ella podría ser para Edward lo que Esme se convirtió para mí, pero me equivoqué. El amor, ni en ésta especie ni en otra, se puede forzar; y ninguno de ellos se vio a si mismo enamorado el uno del otro en algún momento. Fue un error, lo sé, pero en aquel entonces desconocía muchas cosas.

-¿Rosalie y Edward? No me imagino eso.

-No, ¿verdad? –Carlisle sonrió con complicidad ante lo evidente.-

-¿Y los demás? ¿Tiene uno que estar muriendo para convertirse en esto?

-No. Eso, es bueno, cosa mía. La vida humana es un tesoro Elise, no hay nada más que yo respete tanto.

-¿Entonces? ¿Crees tú que yo debería…? –La lengua se le trabó ahí. No podía siquiera formularlo. Cada vez que pensaba en eso, le asaltaba la imagen de soledad eterna que le había planteado Rosalie, para el más evidente de los escenarios.-

-Transformarte es una opción Elise, pero no es la única.

-¿Cómo dices?

Carlisle se levantó de su asiento, necesitado de movimiento para poder desarrollar su exposición.

-Elise. Mi corazón de padre se ahogó en pena cuando vi sufrir a mi hijo. Su renuncia a Bella fue un suplicio para todos. Y cuando ella murió, no pude hacer nada para ayudarlo. Fui testigo del derrumbe de su cordura y su caída. Enloqueció. Lo perdí. Eso fue un duro golpe para mí. Décadas enteras pasaron sin saber nada de él, y luego de repente, un día hice un descubrimiento en pos de una lucha ante el remordimiento que el dolor de mi hijo me causó.

-¿A qué te refieres Carlisle?

-Soy médico Elise y debes comprender lo irracional que eso es para alguien cuya dieta es única y exclusivamente la sangre. –Ella asintió pero no interrumpió, llena de curiosidad.- Mi deber es para con mis pacientes, mis horas, para salvarles. Y tengo muchas. Un día, ante un caso terrible por el cual había agotado casi todas mis fuerzas, me llevó a realizar algo impensable. Compartir, mi, sangre.

-¿Sangre? ¿Acaso no es ponzoña lo que les fluye por las venas?

-No Elise. Necesitamos sangre para mezclarse con el veneno, éste se alimenta de ella. Cuando toda es absorbida, debemos llenarnos de nuevo.

-Entonces, van de cacería, ¿no?

-Exactamente.

-¿Y?

-Pensé… Estaba tan preocupado por éste muchachito que agonizaba bajo mi responsabilidad, que apenas volví de alimentarme, fui a su lado. Estaba a solas con él a media noche. Sus padres se habían marchado a casa agotados física y espiritualmente, completamente conscientes de que su hijo libraba una batalla perdida… Cuando se me ocurrió. Pensé que si en ése momento mi cuerpo estaba completamente impregnado de sangre, la ponzoña estaría diluida en potencia y que quizá, ella sería tan poderosa que podría ayudarle.

-¡¿Le diste tu sangre?!- Preguntó Elise sumamente escandalizada. Tanto, que le recordó la reacción de Esme, al compartirle lo que había hecho con el chico que tanto le recordaba a Edward.-
 
-Sí. Mordí mi muñeca y la puse en su boca. Tan solo unas gotas. Temía desencadenar una transformación para la que no estaba listo y sabía que si no sucedía lo que esperaba, tendría que hacer algo para evitar que Mark se convirtiera.

-¿Y qué pasó?

-No fue instantáneo, pero si gradual. Su cuerpo reaccionó tal y como lo había imaginado.

-¿Lo salvaste?

-Me temo que no, su enfermedad estaba muy avanzada. Pero le di un poco más de tiempo para irse en paz.

-¿Ha habido otros? ¿Lo has probado con otros Carlisle?

-Sí. Pero he tenido que ser muy selectivo. No puedo llamar la atención sobre mí o mi familia. No debo quebrantar la ley de los Vulturis.

-¿Ley?

-Riguroso secreto, so pena de verdadera muerte.

-¡Oh!

-¿Están ustedes en peligro por mi culpa Carlisle?

-No Elise. La posibilidad de que ellos se enteren es muy remota.

-Pero entonces… ¿Has tenido éxito? ¿Has salvado a varios? ¿Nadie se ha dado cuenta?

-Sí, sí y no.

-¡Por Dios! ¿Cómo? Es decir, ¿una sola toma es suficiente? ¿O tienen que ser varias? ¿Cómo funciona eso?

-Depende de cada persona Elise y de lo que padezcan. 

-¿Me estás diciendo que quizá podría curarme si yo, si yo…? ¿Tomo de tu sangre?

Carlisle la miró apenado. La burbuja de esperanza alrededor de ella era enorme y zumbando con fuerza desde su pecho. ¡Pobrecilla!, pensó antes de contestar lleno de compasión en su voz.

-No Elise. Lo siento. Lo tuyo ya no tiene marcha atrás. 

-¿Q…? ¿Qué? ¡Entonces! ¿Por qué me cuentas esto?

-Elise, no puedo aliviarte, pero si podemos extender tu vida. No sé por cuanto tiempo, pero definitivamente mucho más de lo que tienes. Te sentirías bien, casi normal. Pero la ponzoña no podrá revertir el daño que ya existe en tus órganos, sólo retrasarlo. Para que quedes libre del cáncer completamente sólo hay una opción.

-… Transformarme…

-Así es.

-No quiero eso, Carlisle. No quiero ser un vampiro.

-No somos monstruos Elise, tú misma has comprobado que eso, es una opción.

-No es eso a lo que temo Carlisle.

-¿Entonces?

Elise se mordió el labio, nerviosa. No estando segura sobre si decir lo que tenía en mente o no.

-Lo que te responda, ¿queda entre médico y paciente o, se lo contarás a Edward?

-Puedes estar segura que soy leal a mi juramento. Si tú no quieres que él lo sepa, no lo hará por mí.

-Temo a la inmortalidad en soledad.

-Edward te quiere.

-Pero no me amará. Él ya lo hizo una vez, y no está en ustedes repetir ese evento, ¿o sí?

Carlisle abrió mucho los ojos. Lo que ella le preguntaba era un completo enigma.

-No lo sé Elise. Nunca antes he oído de alguien de nosotros que se haya enamorado dos veces.

-Ahí lo tienes Carlisle. Al menos, en mi forma humana todo terminará sin engaños. Yo lo amo. Él será mi último amor. Esto que siento por él no va a cambiar ni siquiera si me vuelvo eterna, ¿lo entiendes? Dime, ¿qué será de mi si nunca lo tendré completamente? Me llevará a la locura, terminaré igual que en ésta vida humana. Muerta. ¿Lo comprendes? ¿Ves lo que quiero decir? Imagina tu vida sin Esme, por siempre. ¿Podrías tú sobrevivirla o te volverías loco como Edward?

La punzada que le hirió el corazón ante la sola imagen de una existencia sin Esme fue suficiente para que Carlisle pudiera entender la razón de ella y calló, asintiendo con la cabeza.
No hubo necesidad de extender la reunión más. Las posibilidades estaban agotadas. Sólo Elise podía decidir si tomaría la opción de detener el avance de su enfermedad, o dejarla correr. En lo que ninguno de ellos dos dudó, fue sobre la desesperación que esa incertidumbre le causaría al aún frágil Edward.

Por ello y no queriendo ser desleal, Elise le prometió a éste que lo pensaría, pero que por ahora sólo deseaba regresar a la normalidad, a esa travesía que tanto había deseado realizar desde chica y creer por un rato, con su ayuda, que todo estaba bien a pesar de las evidencias que el cáncer empezaba ya a dejar en su rostro y cuerpo.

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De vuelta al presente y en el pueblo de Elise, todo eso rondaba aún por la mente de Edward cuando inquieto y ansioso por volver al lado de su pelirroja querida, maldecía al sol por su lentitud para ocultarse y negarle preciosos segundos con ella mientras que no pudiera decidirse al respecto.

Edward rabiaba mientras corría. ¿Cómo era posible que aún teniendo  alternativas Elise huyese de lo que podía él regalarle? ¿Qué tenía que hacer él para convencerla de permanecer a su lado? Elise no tenía idea en realidad de lo rápido que se estaba deteriorando. El viaje que ella tenía planeado iba a ser mucho más breve de lo que creía si no se dejaba ayudar.

El vampiro sintió un extraño malestar ante la imagen del vacío por la muerte de Elise. Era irreal, pero su boca supo a bilis de repente. 

¿Por qué?, ¿por qué?, se preguntó contrariado. Si ella le amaba como sólo él era capaz de percibirlo, ¿por qué no era Él suficiente? ¿Acaso el daño por haberle mentido no iba a poder ser superado a tiempo? ¿Qué la detenía? Carlisle le había pedido prepararse para cualquier decisión que ella tomase. Pero… ¡Dejarla morir! Le temblaban los puños de imaginarse teniendo que respetar esa determinación de ella.

Fingir calma al tocar a su puerta fue verdaderamente arduo. La luz en la piel de Elise era claramente más tenue a su vista aumentada y no había sonrisa que ella entregara amorosamente, que pudiera demostrar lo contrario. 

Apenas se vio libre de apariencias, se encontró a sí mismo besándola con desesperación en el interior del reducido auto de ella, luego de aparcarse donde percibió la más privada ubicación cerca del Parque Jefferson. 

Fue muy extraño darse cuenta mientras la besaba cuan jubiloso se expresaba también  monstruo dentro de sí. Reconocerlo tan excitado e imperioso de necesidad de Elise como a él mismo, no le espantó. Tampoco temió perder el control. Pero sí fue perturbador saber de ese dualmente acrecentado deseo por la chica a la que casi asfixiaba entre sus labios, con el ansia de más.

Con los ojos cargados de sexo y voz alterada, conjuntó a ambos en uno, al expresar el deseo de su permiso para estar con ella. Y cuando Elise, deliciosamente olorosa a excitación aceptó; no hubo satisfacción, sólo prisa por no perder tiempo.

Luego de correr con ella en brazos envuelta en una manta protectora, se vio a si mismo depositándola en el suelo con cuidado e hincándose ante ella para contemplarla, aún temblorosa de impresión.

¡Cuánta adoración le causaba el sonrojo de ella en su alterada respiración! Qué hermosa se le veía ahí, plantada frente a él, con su pelo rojo alborotado cubriendo sus hombros. Los labios aún hinchados por los besos y la presión que hizo Elise para  controlarles, mientras Edward corría con ella en brazos.

Aún hincado, le tomó la tibia mano y la llevó a su rostro. Con cuidado y delicia aspiró el aroma de su piel y besó su palma, elevando  desde ahí su vista hacia ella, notándose observado con amor en cada reflejo de los ojos de Elise. Y así, luego de esa declaración, procedió a desnudarla con lentitud en su ansia por tenerla toda.

Ahí, en medio de la soledad del parque, se dedicó a amarla como pudo, frustrado por no poder ser él a cabalidad con su frágil humana. Excitado cada vez más y teniendo que limitarse a tomarla con el cuidado que debía mantener siempre con ella en esa forma.

Hacerle el amor a su Elise era adictivo. Oírla gemir y gritar de placer mientras le hacía eco, hipnótico. 

Atesorar cada temblor de su cuerpo en las embestidas, lo aturdía en la interminable repetición de los mismos en su mente cuando cerraba los ojos y casi en su estado puro como vampiro. Con todo y ello, jamás la hirió, ni la tocó con más fuerza de la que debía. Eso sí, estaba tan ansioso de ella que incluso lamía la sudorosa y caliente piel, por no dejar nada sin tomar. Haciéndola llegar una y otra vez al orgasmo en esa extenuante e intensa provocación. Para que al finalizar el encuentro, dejarla agotada y dormitando a su lado, mientras la contemplaba aún excitado en gloriosa y sonrosada desnudez. 

Haberla dejado montarlo al final había sido bueno, pensó; protegiéndola del contacto del suelo que la manta casi no prevenía. También lo había sido el poder observarla mientras sus pechos subían y bajaban en la cabalgata y el cómo las venas en su cuello se dilataban palpitando sonoramente al compás de su placer. Urgiéndolo a ayudarla a aumentar el ritmo hasta un punto frenético para ambos, tomándola por las caderas y guiándola sobre sí hasta que ambos terminaron juntos. 

Cuando la impresionante oleada de contracciones sobre su miembro terminó, sintió como el cuerpo de Elise perdía tensión al derrumbarse al instante sobre él con un sonoro gemido; perdiendo completamente el contacto con la realidad en su éxtasis y extenuación. Luego de ayudarla a colocarse a su costado y en un gesto sumamente primitivo, Edward posó su mano en el húmedo sexo de Elise penetrándola con sus fríos dedos, para luego llevarlos a su boca y probar la culminación de ambos. Era lo más cercano que estaría a la sangre de ella, mientras que no se decidiera a ser eterna.

La hubiese amado toda la noche y todo el día si hubiese sido posible, pero el tiempo siempre estaba en contra de ellos. Y más aún en la fachada que tenían que sostener ante la familia de Elise. Con muda renuencia de su parte, ayudó a su niña a vestirse mientras ella protestaba entre risas por el trato infantil y al mismo tiempo lo aceptaba, al emitir quejidos ocasionales por los recordatorios físicos que algunos movimientos le causaban de su vivencia con Edward. Su amante insaciable.

Cuando estuvo lista, colocó sus brazos alrededor del masculino cuello y Edward la cargó con cuidado, riendo torcidamente y pensando para sí lo bueno que era que nadie más que él pudiera percibir en realidad todo el aroma suyo en ella. Aquello que demostraba en privado, cuánto le pertenecía esa chiquilla.

-Te quiero Elise. – Le dijo besándola castamente en los labios, sintiéndolos sonreír bajo los suyos.-

-Y yo a ti, Edward.

-Quédate conmigo Elise.

-Estoy contigo Edward. Ya estoy contigo.

El vampiro sonrió a su vez al escucharla, leyendo el amor en ella y creyendo que todo iba a estar bien. Ignorando aún, si en verdad Elise lo acompañaría por siempre o no.

-----0-----

Los últimos días en la residencia Renaud  fueron agridulces para Elise, demasiado bellos en su cotidianeidad y aderezados con la visita nocturna de su Edward, para amarla cuanto fuese posible antes de fingir se retiraba a la casa paterna para disponer de todo lo necesario para acompañarla en la travesía con la alegre supuesta mejora de la hermana.

Finalmente, la fecha de partida llegó. El vuelo de veinticuatro horas de duración pintaba agotador partiendo de Seattle, pasando por Vancouver, Hong Kong y terminando en Bangkok.  Todo ello sin sol y en primera clase gracias a la insistencia y derroche de Edward.

La despedida en el aeropuerto fue no sólo acompañada por la familia de Elise para sorpresa de los Renaud. Conociendo ahí, en la terminal Tacoma Internacional, a Esme y Carlisle Cullen. Así como a Alice y Jasper y a Rose y Emmet, en la fría madrugada de abril.

Edward tampoco esperaba su presencia ahí, pero recibió con agrado el apoyo que al parecer todos ellos le ofrecían en ese viaje tan incierto para su futuro. Y aunque Carlisle había respetado su voto de silencio para con Elise, la tristeza en la expresión de Alice no le pasó desapercibida a Edward. En uno de los últimos abrazos de despedida le susurró al oído la obvia pregunta.
 
-Alice. Ella… ¿Aceptará?

-No sé qué decirte hermano. Siento tu felicidad y tu tristeza en todo esto. Sólo quiero que seas fuerte y que pase lo que pase, no te vuelvas a alejar de nosotros por favor.

La evasiva respuesta de ella le inquietó demasiado. Él podía percibir demasiada pena en todos los Cullen, pero a la vez un grande amor en Elise. Así que no se dejó vencer por la incertidumbre. Él haría que Elise optara por él.

En el interior del avión y ayudando a Elise a acomodarse a su lado. Se sintió feliz. Éste era seguramente el inicio de su vida, juntos.

En la quietud del vuelo, Edward dejó a su mente en libertad para fantasear al respecto. Imaginaba a Elise con piel brillante como el nácar, sonriéndole y tomándolo de la mano para guiarle por caminos nuevos. Se sintió iluminarse al mirar en su pensamiento la femenina espalda coronada por la rojiza mata en lugares en los que él mismo no conocía y que descubriría a su lado.  Y de nuevo, experimentó la alegría.

Con esos pensamientos recreándose en su cabeza, Edward se encontró añorando revivir la sensación de plenitud que había experimentado ya antes con otra humana. Pero para su pánico, en medio de la penumbra de la cabina durante la última escala y con su mente encerrada esa farsa de cansancio, un fantasma de largos cabellos marrones y ojos chocolates apareció de la nada. 

Bella le miraba con callada extrañeza y Edward se removió a una velocidad impensable en su asiento sin respirar si quiera. Sabía que ella no era real. Estaba consciente que era su propia invención la que la conjuraba. Pero la pregunta era, ¿por qué ahora? ¿Para qué la hacía volver justo en medio de esas fantasías de un futuro con Elise?

¿Qué estaba pasándole? Tenía que controlarse. No podía permitir que las esperanzas de una vida que no fue, le hicieran perder la oportunidad de salvar a Elise.  

¿Esta vez sí lo haría bien?

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¡Ay! Mi corazón. Pobre Edward. No vuelvas a enloquecer.
Cariños: Sissy
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Música: “Fly” parte del Intouchables Soundtrack, de Ludovico Einaudi. Tan bella como el film mismo al que sirvió. Pero si soy honesta, sólo me acompañó a partir de la escena en el Parque Jefferson. Besos a todas aquellas que quieran entrar en mi mente a través de mi  música para mis escritos.

                        

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