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10 de julio de 2014

Cap. 17 - SÍGUEME

CAPITULO 17

SÍGUEME

NUVOLE BIANCHE
LUDOVICO EINAUDI

Elise comenzó a mejorar insólitamente esa misma noche. Para el amanecer, ella misma abrió los ojos descubriendo a Edward postrado en una silla mirándola atentamente y muy serio. -¡Oh, no! Estaba enojado aún.-


-No te muevas mucho Elise, estas muy lastimada. –Dijo él cuando ésta intentó acomodarse en la camilla soltando un quejido con ello.-


-¡Dios! ¿Qué sucedió? ¿Qué tan grave es Edward?



Él frunció los labios y exhaló.


-Bastante. Aún no puedes cantar victoria. 


-¿Cuánto tiempo llevo aquí?


-Casi dos días Elise.


-¡¿Cómo?!


-Te dije que no te movieras. –Le increpó cuando ella había respingado físicamente en respuesta a la impresión.-


-¡Au! Me duele todo.


-Estate quieta. Voy a avisar que despertaste por fin.


Cuando él se levantaba, no pudo aguantarse más. Le lastimaba sentirlo tan seco con ella.


-Edward, no estés enfadado conmigo por favor.


Él se detuvo y volvió a mirarla de un modo indescifrable.


-¿Eso es lo que piensas?


-¿Entonces, qué sucede?


-Lo hablaremos luego. De momento, tus médicos deben verte. Si todo funciona, podrás solicitar pronto la alta voluntaria y yo cuidaré de ti, en casa.


Él la abandonó cerrando tras de sí la cortina de nuevo. El falso sentido de privacidad se evaporó cuando ella se puso a asimilar la situación donde se encontraba. Las voces en tailandés sonaban de aquí a allá mezcladas con quejidos y los clásicos ruidos de  hospital. Luego, se puso a inspeccionarse a sí misma con curiosidad. La debilidad y el agotamiento seguían presentes, pero ahora se les aunaba el dolor físico y quería saber qué tanto daño se había hecho.

Lo obvio, el collarín en el cuello, lo había sentido antes de abrir siquiera los ojos. Las puntas en su nariz que le aportaban oxígeno le molestaban pero optó por no quitárselas, estaba consciente de que su respiración era recortada y sentía un silbido a cada inspiración que daba. Después vino el yeso desde su mano hasta mediados de su antebrazo y el cabestrillo que inmovilizaba la parte superior sobre el hombro. Así como el elevado, impresionantemente hinchado y amoratado tobillo. Los severos raspones y quemaduras por fricción en sus extremidades evidenciaban lo poco que le había protegido la delgada ropa que había estado vistiendo durante el accidente. Y aún no se había visto la cara, pero sabía que sus labios estaban rotos y las mejillas se sentían extrañas.


Suspiró cansada. Odiaba los hospitales, había huido a Tailandia para no verse encerrada en uno allá, en casa y había terminado justamente así, al otro lado del mundo. Se alegró mucho al recordar las palabras de Edward, alta voluntaria; eso quería decir que a pesar de lo mal que todo se veía no estaba tan terrible.


Unos minutos después, Edward volvió acompañado de un hombre joven y bajo vestido con bata. El médico la miraba con incredulidad. Era evidente que le sorprendía verla consciente y eso la alarmó. ¿Qué tan serio había sido todo en realidad?


En un inglés bastante aceptable, el médico saludó a Elise y procedió a revisarla. Cualquier movimiento de causaba dolor, pero al parecer, el verla capaz de realizar las acciones solicitadas fue bueno porque se notó aliviado. Aún así, procedió a explicarle a Elise su situación, bajo un contexto muy similar a como lo había hecho con Edward.


Ella perdió el habla, congelada de impresión y pánico al enterarse de lo avanzado de su estado y de las transfusiones. La expectativa que le estaban planteando era muy deprimente. Al parecer el fin estaba encima y sólo estaban señalándole volver a casa para ello.


Sus ojos se giraron hacia el vampiro, desmesurados, en busca de algo. Pero se toparon con un muro. ¡Por Dios! El llanto empezó a brotar con un congojo que le hería el cuerpo con cada sacudida. Tanto el médico como Edward le pidieron calmarse, pero eso parecía imposible. Elise temía como cualquiera a la muerte. Una cosa era saber que llegaría eventualmente y otra, estar tan cerca. El aire empezó a faltarle, siendo el oxígeno insuficiente para apoyarla y de repente todo fue un caos. Los hombres en el cuarto comenzaron a actuar para estabilizarla. Una enfermera acudió al llamado y le suministró un calmante intravenoso mientras le aumentaban el porcentaje de ventilación. Un sueño angustiante se apoderó de ella, no se sentía pacífico y llena de temor cayó indefensa en un pozo oscuro que le entumeció la mente y el cuerpo por varias horas.


Cuando volvió en sí, Edward seguía aún ahí, esta vez sosteniendo su mano buena y acariciándola con cuidado.


-Shhh… Tranquila Elise, por favor, no vuelvas a alterarte así o te sedarán de nuevo. Estoy aquí para ti. Puedes lograrlo, lo sé.


Ella lo miró compungida con pesada vista. Intentó hablar, pero la lengua la sentía pastosa y tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para concentrarse en la acción y poder contestarle.


-Sí…


Él le acarició el pelo con cuidado, acomodándole un mechón sobre la almohada.


-Esa es mi chica.- Dijo con una sonrisa suave.-


-Edward… Lo lamento. Soy una estúpida. Debí haber esperado sin importar cuánto tiempo tomase para que pasara la lluvia. Si yo, ¡oh…!


-Ya… No digas eso. Fue un accidente. Y si de alguien es la culpa, es mía. Yo te hice enojar…


-No, no… Tampoco es culpa tuya. Tienes razón, fue un accidente.


-Basta Elise. No riñamos por esto, ¿quieres? Debes concentrarte en mejorar.


-…Edward…


-Elise. Quiero contarte algo, es delicado. Es sobre lo que soy, ¿sí? Pero debes prometerme que no me interrumpirás a  menos que sea importante. ¿De acuerdo?


Ella lo miró sin entender, pero asintió como pudo con el duro collarín en su cuello. Edward se enderezó a su lado y sin soltarle la mano, procedió a hablar.


-Elise, hay un cuento que narra que un día, la Muerte, abrumada por su soledad y melancolía, decidió convertirse en humano por un breve tiempo. Quería comprender la naturaleza del ser y descubrir por qué le temían. Sin embargo, en su andar por éste mundo lo que descubrió fue el amor en la forma de una joven, que amaba la vida, con la misma fuerza con la que se enamoró de él en su identidad humana…


Él la miró significativo, los ojos de Elise se habían abierto mucho al oírle, pero fiel a su promesa, esperó en silencio por la continuación de la historia.


-…La Muerte, lleno de pasión y amor por esa hermosa criatura, deseaba no tener que separarse de ella nunca. Pero eso significaba quitarle la existencia a su amada. En un gran acto de sacrificio se develó a sí mismo ante ella para explicarle el motivo por el cual no podían estar juntos. Y aún así, la joven no le rechazó. Tanto le amaba. Llenos de dolor, tuvieron ambos que aceptar la despedida y acatar la voluntad de Muerte de que viviera ella a plenitud, el tiempo que tenía por delante...


Elise se dejó llevar por las imágenes que la hermosa voz de Edward describían para ella, imaginando le estaba contando su historia con Bella de un modo muy poético, sin entender en realidad porqué lo hacía si ella ya conocía los detalles de la trama.


-…Y así fue que los enamorados se dijeron adiós con gran tristeza. Esperando con sosiego, el momento de su siguiente cita. A  la cual, ninguno de los dos faltaría. Para no separarse nunca jamás…


Edward calló mientras ladeaba la cabeza, inspeccionando las reacciones de Elise. Era evidente que ella estaba confundida, pero tenía toda su atención. Así que recomponiéndose en distancia, prosiguió con su objetivo.


-Elise, tú sabes cómo me siento por ti. Te quiero y me importas. Pero también sabes que sigo unido a Ella. Y  la verdad es que  no estoy seguro si eso sucede por la naturaleza de lo que soy, o por mis remordimientos. Nunca creí que tú podrías descubrir que mis alucinaciones seguían y aunque he luchado  en su contra y sé que es mi propia mente quien las causa, no he podido desprenderme de ellas.


Elise se quejó cuando instintivamente intentó morderse el labio en un gesto delator por contener sus palabras. Aquella declaración de amor de Edward era triste y honesta. ¿Qué le estaba ofreciendo él con ella?


-Sé que es injusto pedirte me tomes así, porque yo mismo ignoro que pueda suceder conmigo en el futuro, pero aún así me estoy poniendo a tus pies Elise. He elegido por ti, pero solo para darte lo que quieres.


Ella pestañeó, insegura de lo que estaba entendiendo. ¿Debería interrogarlo ahora?


-¿Edward…?


-Espera por favor. Casi termino.


Ella asintió de nuevo y guardó silencio.


-Estando tu inconsciente Elise, y luego de que el médico me dijera cuál era tu diagnóstico; tomé una decisión. Te di a beber mi sangre. Es por eso que ahora estas despierta.


A Elise se le detuvo la respiración un instante con la afirmación. Luego, una marejada le subió por la garganta hasta la boca, quedando atrapada ahí y escapándosele solo una corta exhalación para quedarse con ello, boquiabierta. 

-¡¿Qué?!


Él la mandó callar con un dedo en sus labios. Su gesto adusto pero certero.


-Aguarda. No te enfurezcas aún. Debes escuchar el resto.


Ella comenzó a luchar por controlar su respiración, aturdida ante lo que Edward le estaba confesando fríamente.


-Elise. Ahora sabes realmente cuál es tu estado físico. Mi sangre te está sosteniendo, pero estás muy dañada y tu organismo es incapaz de sacarte de ésta por sí mismo. Una y otra vez me repetiste que estabas en paz con la idea de que, ibas a morir. Pero éste accidente se te adelantó en la jugada. Sin mí, sin lo que hice; es posible que… -La pausa se vino involuntaria. Él era frío, pero sus sentimientos por ella, vivos.-…Hubieses fallecido esta misma semana o la entrante, sin poder volver a ver a tus padres. El hospital no quiere cargar con la muerte de un extranjero y por eso te está recomendando, urgiendo más bien, a regresar a América. Si esa es tu voluntad, me aseguraré de que estemos allá a tiempo. Pero quiero que lo pienses bien Elise. Esto no estaba planeado, no es justo tampoco. Para ninguno de los dos, porque me cuento en la desgracia de tu pérdida. Y no porque me devolviste a Bella, sino por ti misma. Porque hace mucho que tienes derecho propio en mi sentir. 


Los claros ojos de Edward parecían penetrarla hasta adentro, guiarla hasta un lugar seguro donde ella amaba estar. Le escuchaba con claridad y le entendía del mismo modo. Su momento había llegado y ahí, parada al borde del precipicio, le estaba ofreciendo su mano para envolverla contra él e intentar protegerla de todo mal.


-Elise. Mi Elise. Escoge tu decisión. Te quiero a mi lado. Por la eternidad si es posible, pero si no estás segura; me conformo al menos con que optes por mí, ahora. He hablado con Carlisle y ambos creemos que dadas tus condiciones, la ponzoña decaerá para el tercer día, que es el tiempo que toma una transformación. Es entonces que necesitarás otra, dosis, de mi sangre… Y así más o menos, hasta que tu cuerpo se repare a sí mismo. Piensa qué quieres hacer contigo Elise. No hay más tiempo ya y debemos disponer las cosas para cada evento que suceda como consecuencia. ¿Lo entiendes, no es así? Puedo percibirlo en ti.


La recortada respiración de ella absorbió el silencio que Edward había causado al callar. En el ahuecado sonido pudo Elise contemplar lejanamente las imágenes que él le había aportado. .. Le había develado la última verdad sobre sí misma y ahora todo recaía en ella.


Antes de poder responder nada. Edward se acercó hacia su rostro y con sumo cuidado besó sus labios.


-Me voy ahora Elise. Te dejaré un rato para que medites todo esto. Estás bien cuidada. Quiero reponer tu teléfono celular. Ese sí fue una pérdida total y hay mucho dentro de él que importa. El cielo está nublado y el sol no saldrá de nuevo hasta mañana. Escoge bien Elise. Yo acataré tus deseos, pero puedes matarme también con ellos. No pienso ocultártelo. Es parte de las consecuencias también. –Ella lo miró con agonía. Edward por fin había removido su máscara de ecuanimidad y le había dejado ver cuál era su auténtico sentir.


-Te quiero. –Le dijo él y sin añadir más, se dio la vuelta y salió en silencio.


-----0-----


Elise se encontró sola el resto de la tarde y desamparada para cuando le llevaron la cena. Luego de esa, el residente y el médico titular dieron su último rondín. Al parecer, iban a trasladarla ya a piso, pues su aparente mejoría lo permitía. Ya en su cuarto, se sintió aún más abandonada y temerosa. ¿Y si Edward no volvía antes de que se quedase dormida? Le daba mucho miedo sentirse indefensa justo en ese instante pero se vio forzada a enfrentar al silencio que la rodeaba. Y con ello, a lo inminente.


El tiempo de efecto de la ponzoña iba decaer prontamente y junto a eso, su salud. ¿Quería eso ella? Por supuesto que no. De todo lo que se había imaginado, nada se parecía a aquello. Sin Edward, moriría en esa parte del mundo y sólo sería una mala noticia que llegaría desde muy lejos a sus seres queridos. Edward tendría que llevar su cuerpo hasta América o bien, su padre tendría que venir hasta acá por ella. No. No podía hacerles eso.


Si accedía al, tratamiento; podrían darla de alta como Edward lo había mencionado. Y luego, ¿qué? ¿Volverían a casa? ¿Para qué?


Edward le había pedido la eternidad a su lado, señalando el riesgo en el que ambos existirían si ella se transformaba. Eso implicaría fingir su muerte con sus padres. Sus amigos y familia. Pero si no se dejaba ayudar, estaba muerta de todas maneras.


Al parecer, no tenía muchas opciones en realidad. Todas se basaban en si estaba lista para irse o para quedarse. Edward le estaba rogando por lo segundo. ¿Qué tan mal estaría todo si lo intentaban, juntos?


Una enfermera fue a su cuarto a las nueve de la noche a aplicarle el sedante para ayudarla a descansar y no pudo combatirlo. Cayó en ese sueño hueco casi de inmediato. En algún momento de la noche, despertó inquieta, sintiendo claramente como el dolor reclamaba su cuerpo y la debilidad, sus acciones. Atemorizada buscó a su alrededor y para su consuelo, Edward estaba ahí. Sus fríos dedos le acariciaron el rostro en silencio, pero podía ver reflejado en él su preocupación.


-¿Elise…?


La palabra iba cargada de muchas preguntas, pero la principal de ellas, era la más importante. Con voz entrecortada, ella simplemente dijo…


-Hazlo. Sácame de aquí.


El suspiro vino con la respiración que él estaba guardando. Asintió en silencio y sin dejar de mirarla, repitió la acción de hacía dos noches. Estaba lleno, había ido de cacería de nuevo para estar preparado por si ella accedía. Con algo de alivio, acercó su muñeca hacia ella. Elise sintió nausea tan solo de ver aquello escurriendo por la pálida piel y aunque dudó cuando la paladeó dentro de su boca, cerrando los ojos, la bebió. 


Él volvió a besarla cuando todo hubo terminado. Una tenue sonrisa se asomaba a sus labios de vez en vez mientras acariciaba con ternura a su pelirroja.


-Vuelve a dormir ahora Elise. Estaré aquí cuando despiertes. Ya nada va a alejarme de ti.


Cuatro días después, una semana en total luego del atropellamiento, dejaban ambos el hospital al anochecer.


-----0-----


De vuelta en la villa, Elise se encontró siendo atendida por Edward con devoción. Era frustrante no poder realizar la mayoría de las tareas cotidianas por sí misma, pero él hacía que su mal humor y naufragios se evaporaran con sus atenciones. Siendo capaz de volver un necesario baño, en un delicioso encuentro íntimo cuando las heridas de la piel comenzaron a sanar casi sin cicatrices gracias a la reparadora ponzoña.


Dejarse mimar y llevar por Edward empezó a convertirse en algo fascinante. Sí. Habían convivido mucho antes, pero ella vivía una vida diurna afuera y lejos de Edward la mitad del día. Ahora, teniendo que adaptarse una vez más a las necesidades presentes, uno y otro terminaron invirtiendo la noche por el día y compartiendo todas las cosas que esas horas juntos les podían ofrecer en la calmada Chiang Mai. Elise, dormía mientras el sol estaba en lo alto y jugueteaba de noche con Edward y los dos fueron felices.


Un mes más tarde, Elise se hallaba perfectamente recuperada del accidente, aunque no del cáncer. Tal y como lo había predicho Carlisle, eso ya no tenía marcha atrás. Simplemente, se hallaba aletargado. No había modo de comprobarlo con controles sanguíneos, ya que eso hubiese delatado la anomalía, pero el cuerpo hablaba por sí mismo. 


La apariencia de fragilidad no desapareció, pero el tinte rosado volvió a sus mejillas y aunque las ojeras tampoco se borraron, era ya más bien achacables al estilo de vida, que a la demacración. 


Para Elise jamás dejó de ser incómodo hallarse a sí misma bebiendo la sangre de Edward, pero llegó a tomar ese evento como la comunión más íntima entre ellos dos. Cada aceptación de ello, era dejarlo salvar su vida. Aquello, era tan grande, que el corazón le dolía de amor con una sensación imposible de describir. Y, cuando todo terminaba simplemente y en silencio, ambos buscaban besarse y quedarse abrazados el mayor tiempo posible. Conscientes de que en ése acto, ambos se volvían uno y el mismo.


Así, terminó el tiempo en Tailandia. No volvieron a casa de ella. Elise no lo deseaba y Edward le dio el mundo a cambio.


La tecnología hizo posible que ella no perdiera el contacto con su familia. Verlos, oírlos y compartir con ellos los acontecimientos fue siempre posible gracias a ello. Los siguientes tres años, se fueron llenando de grandes vivencias convertida en una auténtica ciudadana del mundo, con Edward a su lado.


Las verdades también se hicieron presentes, compartidas y aceptadas. Edward no dejaba de angustiarse al saber perfectamente que jamás iba a vencer completamente al monstruo en ella hasta no convertirla. Y Elise terminó por aceptar a Bella como compañera de vida, en el amor de ellos dos, liberando a Edward del secreto y dejándole hablar cada vez que fuese necesario de las alucinaciones o del pasado.


El único secreto que permaneció, fue la apariencia de él en su estado puro. Mostrarse así ante ella, no sólo era peligroso con sus instintos libres, sino también uno de sus más grandes miedos. Decidió que sólo se dejaría ver así por ella, cuando se hubiese resuelto, cuando le pidiera ser como él. Esa, sería la última prueba a superar.

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Sí, este capítulo es corto. Pero es que no hay más que contar al respecto. Eso, es el futuro. ¿Quién puede ver ahí?
En estos momentos, me siento muy enamorada de Edward y Elise. Me he atrapado sonriendo con ternura. ¿Cómo no quererlos cuando luchan tanto, hombro a hombro, para y por ellos?
¡Ay! Esta loca y soñadora cabeza mía.
Un beso a todas: Sissy
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Música de Ludovico Einaudi: “Nuvole Bianche”. Una pieza de piano conmovedora. De esas que te recuerda que la música no tiene idioma, ni edad, ni nacionalidad. Tan conmovedora que toca positivamente cualquier sentimiento que traigas adentro. Tu alegría la potencializa; tu ternura se convierte en una frazada protectora para el resto del día; tu tristeza, una amiga con la que ya no quieres pelear.  


6 comentarios:

  1. ¿que pasa cuando el amor y la muerte se abrazan?
    Se muere el amor? O se enamora la muerte?
    Tal vez MUERTE existiría enamorado y AMOR amaría hasta la muerte...
    Pero confió en que el amor es más fuerte que toda cosa existente en el mundo, nadie la puede detener. por eso yo creo que el amor triunfaría, la muerte se volvió muerte por el vacio y la agonía, falta una luz en el camino para endulzar su existencia...

    Estoy enamorada de estos dos... desde el fondo de mi alma les deseo lo mejor...

    un fuerte abrazo

    Nancy Q.

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    1. Nancy, ¡qué bella reflexión! Has acertado magistralmente a la esencia de cada personaje. Qué dulce agonía has planteado, sólo falta saber quien en más fuerte o tal vez, más bien, si es que Muerte y Amor, logran equilibrar su precaria balanza perpetuamente.
      Abrazos!

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  2. Sissy me paso por aqui!! Nancy tiene muchisima razon el amor es lo mas fuerte que hay es la luz entre medio de tanta oscuridad. yYcreo que ambos Amor y Muerte podrian ser la cara de la luz y oscuridad del Ying y Yang y que ambos logran el equilibrio perfecto que no pueden existir sin el otro. Yo tengo fe que lo lograran se lo merecen ambos tuvieron muchas pruebas y creo que es hora que tengan su premio kissitos!!!

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    1. Gracias por venir hasta acá Althena!
      Verdad que esa cita que tomé de Krizia sobre el amor y la muerte es estupenda? Apenas la leí, supe que cuadraba perfecta con el prólogo de esta historia y por eso se la di a Edward y Elise.
      Es bellísima la forma en que ustedes están tomando la trama y viviéndola. Ojalá te guste el final de aquí, porque será muy distinto al de Forks.
      Besos!

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  3. Hoy pienso que cuando hay Amor verdadero, ni la muerte es capaz de resistirse a Él. Ya deseo que por fin Elise acepte ser transformada definitivamente y así Edward pueda sacar de una vez y para siempre el fantasma de Bella de su vida y pueda vivir sin remordimientos el AMOR.

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    1. Ay, linda!
      Que bonitas palabras! Yo también quisiera que Edward supiera ya dejar su obsesión con Bella y seguir adelante... ¿Qué quieres que te diga? El único problema, es la pesadilla que originó éste fic.
      Más adelante, te cuento a ti y a las demás, cuál fue.
      Abrazos y gracias por venir a mi rincón! Se sintió hermoso recibir tu mensaje desde aquí.
      Cuídate mucho!

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