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30 de octubre de 2011

Mi Secreto Capítulo 10: Bla, Bla, Bla








Capítulo 10

Bla Bla Bla



Dejé a mi hermano mirando un parido en el televisor después de que limpiáramos todo. Ésta vez se abstuvo de comentarios cuando le dije que iba a visitar a Thom y casi me ignoró, ¡bendito juego de soccer!

Entre más lo pensaba más tonta me parecía a mí misma, ¿Acaso tenía 15? ¿Acaso era una temblorosa virgen en camino al calvario? Ahora tenía vergüenza no de mi humano cuerpo, sino de mi idiotez y del juicio que iba a enfrentar… Subí las escaleras de su departamento y golpee a la puerta; cuando oí sus pasos aproximarse retrocedí incómoda pero también me planté sin saber cómo iba a explicarme.

-Nina - Me miró inexpresivamente y tampoco me hiso espacio para pasar. Me sentí peor.

-Hola Robert, mmm… ¿Cómo estás? ¿Te has sentido cómodo en el depa? ¿Cenaste?

Él arqueó las cejas intrigado pero me siguió la corriente.

-No está mal, de hecho desde que desapareciste no he salido, así que ya me hice en casa y sí; ya comí, solo, gracias.

Su acusación no me pasó desapercibida y exhalé con remordimiento.

-Si… Bueno, yo… venía a hablarte sobre eso, ¿puedo pasar?

Me miró escéptico por un segundo, pero luego se hizo a un lado y yo me instalé en el taburete de la salita, él lo hiso sobre el sillón a la expectativa, pero su seria expresión no me daba pie para imaginar qué había pensado él sobre el motivo de mi huída.

-Yo… quería disculparme contigo Robert, fui muy grosera al plantarte así.

-En eso estamos de acuerdo, porque yo ya repasé muchas veces la situación y no creo haber hecho nada que te alterara para salir como flecha disparada.

¡Uff! No me la estaba poniendo nada fácil.

-No, tienes razón, no fuiste tú, sino yo… -Apenas dije eso y noté que se le alteraba el rostro y apretaba la mandíbula. Me espanté.- Bueno, en realidad es muy posible que te mueras de risa cuando me explique… -Sus facciones sólo se endurecieron más-  Yo… Me alteré, porque…bueno, después de todo, yo… ¡Ay! Está bien, no hay otro modo de ponerlo… Yo… te encontré, demasiado atractivo en tu cocina y me sentí muy incómoda por ello.

Robert pestañeó por un momento aún con las facciones serias y vi en ellas también como poco a poco procesaba mi confesión a medias.

-¿Demasiado “atractivo”?  -me observó notablemente confundido- ¿”Atractivo”? ¿Quieres decir que huiste porque te gusté? ¿Estás hablando en serio? No, espera… ¿Atractivo como en que te entraron ganas de saltarme encima? -La burla empezó a brillar en sus ojos-.

Suspiré mientras quería de nuevo que me tragara la tierra y asentí como cordero.

-Sí, yo… te lo dije, es gracioso, pero… simplemente pasó así.

-Entonces… Estás loca, ¿no?  -¡Uy! Ahí estaba la frase… el fin de todo… Y de repente la burla pasó de sus ojos a la sonrisa-, ¡No inventes Nina! ¿¡Te entraron ganas, en la cocina, y mejor saliste corriendo!? Unas horas antes me diste una lección sobre seducción y después… ¡Ja! ¿En serio fue eso? Debes tener una imaginación muy sucia… ¡Ja!

¡Se estaba riendo de mí! ¡En verdad se estaba riendo de mí! Sentí el rubor cubrirme de pies a cabeza y fluctuaba entre la vergüenza y el enojo de verme humillada por culpa de mis hormonas.

-¿Oye Nina, a lo mejor me equivoco y… eres virgen? Porque entonces, yo me voy a sentir mal por haberte besuqueado cuando a mí me ganó el impulso... Pero… Aunque pensándolo mejor… Besas muy bien para ser virgen, no… me quedo con lo de tu imaginación.

Me sonrojé aún más ante sus sornas y por la livianéz con que tomó mis deseos.

-¡Ya basta! ¡No abuses de mi momento de estupidez!

Soltó la carcajada de lleno mientras se mesaba el cabello con ojos brillantes de alegría.

-Por favor Nina, me la vivo acosado por mujeres de todas las edades y he escuchado de todo para ligarme. No tienes idea de lo que algunas son capaces de hacer para acostarse conmigo… ¡Ja! Es muy divertido descubrir que después de todo tú no eres tan perfecta…Aunque… - y siguiendo con su juego; me lanzó una mirada terriblemente sexual mientras hacía gesto suave y estudiado con sus labios que no ayudó nada a controlar mi vergüenza ni mis pensamientos-, ciertamente podría tener sus ventajas saber ésa información…

-¡Ya! -Reventé- ¡Déjame en paz! Presumido. Y no te estés creyendo tanto conmigo.

-Bueno, ¿y qué hiciste al irte? ¿Te diste un baño de agua helada por horas o qué? No estás vestida igual que en la mañana -seguí su dedo acusador hacia mi blusa y me sentí expuesta y ansiosa de recuperar el control; le lancé una mirada envenenada y llena de rencor-. Mira Nina, aunque estoy disfrutando de tu momento de debilidad también aprecio tu honestidad; la verdad no sabía que te había hecho y estaba preocupado. Llegué a pensar que lo mejor era irme de aquí también.

-¿También?

-Si…

En ése momento sentí mi oportunidad y la aproveché.

-Oye Robert, si ya que estas satisfecho de burlarte de mí, ¿podríamos cambiar de tema?  

-Está bien… Ya no digo más. ¿De qué quieres hablar ahora?

-¿Quisiera me contaras la verdad sobre el por qué me buscaste a mí en vez de a algún conocido?

La chispa se le esfumó de los ojos y volvió a enseriarse.

-¿Para qué? Quiero  decir, estoy aquí, ¿no?

-Por lo mismo que yo fui honesta contigo y aguanté todas tus bromas.

Exhaló incómodo y luego me miró por debajo de las cejas, dudativo.

-Okay… Es justo…Tal como te lo dije me fui a ver a Kristen ése mismo día, pensé que se sentiría feliz de verme y… creo que así fue en parte. Pasé la noche allá y todo iba bien, pero al día siguiente me echó… -Se levantó de pronto y caminó hacia la cocina- Disculpa, pero quiero un cenicero, voy a fumar si es que te lo voy a contar todo.

Yo no me moví ni contesté. Lo vi abrir y cerrar gabinetes y remover cajones hasta que finalmente encontró algo adecuado para la ceniza; en cuanto estuvo satisfecho con su herramienta se volvió hacia la sala encendiendo el cigarrillo en el aire,  se plantó frente a mí y dio un largo golpe a su tabaco, exhalando lentamente el humo de la primera bocanada y luciendo lejano.

-Y bien… ¿no tienes nada que decir ahora? -Estaba molesto y sarcástico-.

-¿Quieres que lo haga?

-No, en realidad, no -Se llevó la mano al pelo nervioso-. Tampoco quiero desquitarme contigo, ni que me tomes a mal. Kristen me hiso sentir muy frustrado, impotente… Manipulado… Y, solo… Sentí que necesitaba a alguien que me quisiera de verdad, por mí; a alguien real y leal. Tu rostro fue el primero que se me vino a la mente y en mi enojo, simplemente me monté en el avión y me vine.

Me dejó muda y le miré tratando de saber si acaso mentía.

-Pero, ¿Qué acaso ustedes dos no son pareja? ¿Qué quieres decir con que te echó? No lo entiendo.

-Ya somos dos -fumaba sin fijarse si quiera en mi-. Te lo dije en el aeropuerto, ella es complicada… Me vuelve loco con su forma de ser. Me harta sentirme usado, pero a la vez no la puedo dejar. Ella es como una droga para mí. Es encantadora, sexy, atrayente y cuando estamos juntos… Es como si todo alrededor fuese una borrosa pintura de oleo derritiéndose con el calor -Se levantó de nuevo y dio unos cuantos pasos sobre sí mismo-. Pero de repente se pone maniática y me aleja. Teme mucho que nos fotografíen y que nuestra relación la desacredite como actriz… En realidad, a veces me parece paranoica… Todos los días revisa el internet como en uno de esos capítulos de “Gossip Girl”, para ver si hay algún chisme sobre ella o nosotros. Es estúpido.

El primer cigarrillo no se apagaba aún en el cenicero cuando ya encendía el siguiente. Yo me sentía incómoda con todo lo que acababa de oír ya que se parecía mucho a mi antigua relación con Imanol. Yo sabía muy bien lo que era estar enganchada con alguien que te hace daño, que quieres dejar pero no puedes y al reflejarme en Robert sentí rabia y desdén para con la chica.

-¿Quieres oír algo aún más ridículo? -No esperó mi respuesta a pesar de mirarme directamente con sorna- Tengo estrictamente prohibido hablar de nosotros si ella no está presente… Si lo hago, dice que no volverá a confiar en mí y que en ése instante me puedo olvidar de “nosotros” para siempre. ¿¡Lo peor!? Es que obedezco a esta “Lolita” como pendejo.

Ambos nos miramos comprensivamente… Si tan sólo él supiera cuanto lo entendía…

-¿Y qué piensas hacer…? Es decir, ahora que estás acá. Ella, ¿lo sabe?

-No. Simplemente me esfumé. Aquello no fue exactamente una pelea, ella salió con que no la dejaba concentrarse en el rol; que la distraía y que necesitaba mantenerse de un humor frágil y sarcástico y bla, bla, bla… Yo ya sé lo que eso quiere decir en realidad.

Me removí un poco incómoda en el taburete, sobre todo porque no pude evitar imaginarlo al lado de Kris, de modos que no me convenía mirar.

-No pienso llamarle, ni nada hasta que tenga que ir a Vancouver. Si ella quiere silencio, eso tendrá -Exhaló humo y luego de una pausa me miró-. Ahora ya sabes que hago aquí, ¿te molesta que te haya buscado bajo estas circunstancias? Si así es, puedo marcharme.

Lo pensé sólo un segundo antes de contestar.

-No. No me molesta, creo que de nuevo, me alaga tu confianza. Además, recuerda que yo también estoy aquí por algo similar. Hace sólo unas noches hablé por última vez con Imanol y no hemos quedado en nada tampoco… así que… estamos en las mismas.

Me miró desde lo alto arqueando una ceja.

-Había olvidado lo de tu “ex”. ¿Sigues en el limbo amoroso?

-Si

-Quizá no deberías volver con él. No te imagino con alguien tan celoso e inseguro. Aunque, evidentemente eres alguien con mucha paciencia y confianza en las personas.

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