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5 de mayo de 2013

Mi Secreto. Epílogo: La Verdad de Robert



EPÍLOGO


 LA VERDAD DE ROBERT



Estoy metido en un lío. Tengo demasiadas cosas en la cabeza para limitarme a algo tan breve. ¿Cómo voy a lograrlo? Podría estar aquí toda la noche y aún así no acabaría. Solté una carcajada nerviosa burlándome impasiblemente de mí, los discursos nunca habían sido mi fuerte y volví a reír entre dientes. ¡Oh bueno!, al menos esta vez sí voy a entender lo que está pasando. La anterior me reduje a repetir lo que me decían lo mejor que pude y a ser feliz, pero en ésta ocasión sí que tengo que mantenerme controlado.


¡Ay, Nin!, -me quejé- ¿cómo voy a limitarme a un pedacito de papel para decirlo todo? La sonrisa se me torció de nuevo en el rostro al preguntarle al aire en vez de a ella por la respuesta y me sonrojé muy divertido y algo avergonzado al saberme completamente sólo en mi dormitorio de niño. ¡Ah! -agregué rebelde-, ¡Pero cómo me hiciste sufrir por ti mujer! Luego miré al techo y esbocé otra sonrisa incrédula, sí que eres un bastardo suertudo Pattinson, tener todo luego de tanta idiotez… Alguien debe quererte mucho allá arriba, seguro. Y esta vez sí que me reí de buena gana en la privacidad de mi cuarto. No sabía cuánto tiempo iba a estar ella afuera, paseando por ahí con sus padres, y aunque la extrañaba, no me molestó saber que no la vería hasta el día siguiente a pesar de que tenía muchas ganas de estar haciendo otras cosas con ella en vez de tener que escribir eso. 


Mi Nina… Evocar su rostro, su risa y… bueno… -reí morbosamente-, todo lo demás; me provocaba un alegre nerviosismo por lo que el momento actual implicaba. Visualizarla vestida de blanco y radiante de felicidad por pertenecernos de éste modo era algo que jamás esperé sentir tan cursimente. ¡Si alguna vez vuelvo a filmar una boda…! pensé con sorna. ¡Qué gran diferencia entre la realidad y esa cosa! 


Cómo me alegraba de haber usado las pelotas con que había nacido para decidirme a regresar ahí y hacerla escucharme de nuevo. Bendita cabreada que me entró contra mí mismo por acobardarme con sus lágrimas y su voz llorosa. Casi me enfurecí cuando creí que se escapaba de su propia casa con tal de evitarme. Tenía una cara de pasmo que sólo pude interpretar para mal. Recordar esa imagen me hizo tragar saliva. Sí, era un momento satisfactorio, pero a la vez peliagudo. ¡Qué bien hice en volver!, me volví a congratular. Nin piensa que esa motivación ya se mermó con la estabilidad que logramos, pero se equivoca. Soy muy necio y no voy a olvidar, ni siquiera por la vergüenza que ello me provoca…


Miré el traje que colgaba afuera de mi pequeño closet de soltero y sonreí torcidamente sin darme cuenta. Te casas mañana Pattinson…. La risa sacudió mis hombros. ¿Por qué no lograba parar de hacer eso? Ponerme serio siempre me costaba mucho. Menos mal que ella podía casi siempre con mis tontadas. Me sentía muy ufano de verla rendirse al hacerla reír cuando llegábamos a reñir. Si. Tenía mucha suerte…. 


Hum… Resoplé sobre el lápiz que sujetaba en mi mano cerca de mi boca, yéndome por otra reflexión. Lo cierto es que sí que me porté muy mal con ella desde un principio. No fui más que un caliente con ganas de ponerle la mano encima desde que capté que le gustaba, pensé mientras entrecerraba los ojos y hacía un gesto extraño con la boca. Debí haber notado que algo más estaba pasando cuando, con lo tacaño que soy, preferí pagarle su boleto en primera que dejarla ahí. 


¡Es que eras un zorro entonces Pattinson! Reí con travesura entre dientes al admitir eso. 


Bueno, me excusé ante mí mismo, ella insistía mucho en pagarme de algún modo lo del avión. Besarla era una buena manera de cobrarme, ¿no? ¡Y luego Arturo! Casi me atraganté de risa al recordar su cara tan seria y amenazadora en su living. ¿Cómo se le ocurrió decirme que no me fuera a meter en la cama de Nin? A partir de ahí sólo me podía imaginar cómo se vería ella desnuda a mi lado… Reí con malicia y satisfacción. ¡Mierda si es que he tenido mejor sexo con nadie, ni antes ni después de ella! Creí que sólo iba a ser una amistad con beneficios pero, la incomodidad me noqueó cuando la muy tonta me pidió que la apoyara mientras me contaba todo sobre el pedazo de estiércol ése de Imanol. ¡Cómo odié imaginarla con él! Ahí mismo se me escapó la verdad y me sentí muy a gusto de reclamarla para mí.


¡Zorro! Me reproché ahora sí muy en serio. Menos mal que no le saliste luego de acostarte con ella con lo de casarse contigo, como le decías a todas las otras. Seguro que con todo lo que sabía de mí y de mis burradas, hubiese exigido mi cabeza si mí prefabricada línea de galán no se hubiese quedado prudentemente callada. La risa nerviosa se me salió de nuevo mientras me mordía la lengua. Eras terrible Pattinson. ¿Cómo es que te aguantó todo eso ella?


Mordí el lapicito con el que jugaba desde hacía ya rato entre mis dientes. El papel donde se suponía debería estar usándolo lucía muy maltratado de tanto borrar y corregir. Elevé mis cejas preocupado al darme cuenta de eso y me prometí no volver a escribir nada hasta que lo tuviera de verdad listo. 


Hum… mi padre supo que mi madre era la indicada de un modo mucho más claro que  yo. El tenía veinte y cinco cuando la conoció, y yo veinte y tres cuando a Nin, pero... Supongo que podría ser una cosa de generación… O quizá la complicación que fue mi trabajo… Hum, volví a rezongar… Yo no quise admitir que estaba seriamente loco por ella. Sé bien que por ese miedo que me dio aceptar la idea, me dejé convencer tan fácilmente por su hermano que alejarme de ella, era lo mejor para Nina.

Idiota. 


Torcí el labio y de repente sentí el ansia de fumar. Aún no podía superarla del todo y me seguía sintiendo muy estúpido al usar el dichoso cigarrito electrónico. ¡Aguántate y concéntrate chico! Así, con tantos pretextos, no vas a terminar nunca. 


Luego de añorar en mi lengua el sabor del tabaco, tragué saliva y sacudí los hombros para alejar el antojo. Por puro impulso, me puse de pie y busqué el vaso de coca-cola que tenía por ahí para beber un poco. De repente mis cejas se arquearon ante un pensamiento nada nuevo pero sí dejado de lado hacía rato. Quizá y el recordar lo que pensé en ese entonces, me ayudaría con mis votos... Dudoso, y nuevamente mordiéndome la lengua, me metí en la incómoda labor de revivir mis burradas.


En el siguiente trago noté que el hielo en el vaso hacía rato que se había derretido y la soda sabía un poco diluida, como esas memorias. Por enésima vez, pero con motivos distintos, me cuestioné: ¿Y si la hubiese alcanzado a tiempo aquella vez en San Diego? ¿Y si nunca me hubiese acobardado? ¿Cómo hubieran sido las cosas? Comparé con honestidad el quién era yo entonces y el cómo me sentía ahora y no sin perturbación, acepté que no tenía idea si todo hubiese funcionado tan bien como lo hacía hoy.


En aquél tiempo me había dejado llevar por la fama que Cullen me había regalado. Sí, aún era yo… Bueno, corregí; casi yo mismo cuando conocí a Nin, pero… También estaba demasiado ocupado siendo el galán idiota de cine en privado como para reconocer la verdad. Es decir, sí que se me hacía ridículo que me catalogaran como el rompecorazones de Hollywood -¡y creo que nunca me va a cuadrar ésa etiqueta!-, pero la verdad es que debajo de todas esas declaraciones de vergüenza y negación que hacía al respecto; mi ego estaba fascinado. Tenía a la chica –Kristen-, la fama, el dinero y el éxito y; lo había logrado tan repentinamente que era muy difícil procesarlo. ¡Por supuesto que se me había ido a la cabeza! ¿Cómo iba yo a valorar a Nin cuando estuvo enfrente de mí? Tuvo ella que abandonarme por completo en el peor momento, para comprender lo que en realidad valía la pena.


Kristen…. Torcí el gesto con desagrado. La verdad era que pensar en ella no era ameno, ni necesario, pero siempre sería una parte de mi pasado y de un modo sinuoso ella había sido determinante para que Nin y yo cruzáramos caminos. ¡Ojalá y la hubiesen atrapado en sus cosas mucho antes! Quizá así, cuando estuve con Nin en casa de Christopher la hubiese retenido para mí. ¡Ah! ¡No! Pero yo fui el idiota que quería demostrarme a sí mismo que era una persona decente a pesar de estar siéndole infiel a su novia y me amilané, una vez más. 


¡Qué ridículo! ¿En dónde está la lógica en eso Patzz? Mejor admite que eras un cobarde. Si hubieses querido hacer las cosas bien, no te hubieses ido a ocultar a casa de los Campbell, ¿verdad? ¡Mira que sí existe el karma! Mientras tú estabas declarándole y haciéndole el amor a Nina a escondidas, Kristen follaba al mismo tiempo con Rupert. ¡Qué asco! ¡Qué torcido!


Sentí la molestia subirse por mi pecho hasta la mandíbula y por fin logré que se me fuera la risa de la cara. Pensar en ello siempre me disgustaba. Qué convexo y absurdo… ¡Qué bestia!, me dije con enfado. ¿Cómo pudiste escribirle tantas cartas y no captar antes que estabas enamorado? La única vez que se lo dijiste, estabas borracho, así que cuando releíste lo que le habías enviado, aunque impactado; te excusaste en el alcohol y te encogiste de hombros ignorando voluntariamente la verdad que habías expresado. 


Aún era incrédulo cuando me la había llevado a la finca tratando de revivir aquel verano y me asusté mucho por la magnitud de lo que, efectivamente, me sacudió al volver a tenerla. Era como si nunca nos hubiésemos separado y todo fuese perfecto a su lado. Excepto que no lo era.


De repente sentí que tenía una epifanía y me paré como idiota. ¡Oh, sí! Creo que por fin lo estoy entendiendo, sí… Yo estaba en el mismo lugar en que ella cuando dudaba si volver con Imanol o no. No es que sintiera que Nin no fuera adecuada para mi, ni Kristen en su defecto; porque entonces yo aún no sabía nada de su lío con Rupert, pero… Por fin entiendo la indefinición que la agobiaba cuando la conocí. El miedo de dar un paso, porque parecía haber sólo un escabroso vacío alrededor. Soltar a Kris… Quedarme con Nin, así, sin pausa alguna… 


Se lo dije, no sabía por qué la amaba tanto si apenas la conocía. ¡Al menos tuve la decencia de descartarle en voz alta que no era sólo por sexo que estaba como obsesionado con ella; pero… sinceramente, sí que íntimamente me tenía a sus pies por ello! Demasiadas veces estuve con Kristen pensando y comparándola con su recuerdo. ¡Qué bajo Patzz! ¿Cómo pudiste ser tan imbécil? Debiste terminar con ella cuando deseabas lúcidamente a otra. Pero tuviste miedo, te pagaban muy bien por algo que además te era cómodo. Estar con Kris era rentable para la Summit y un plus para la relación. Exhalé aire arrepentido luego de esa bochornosa afirmación, debí ser más maduro y actuar conforme me dictaba mi conciencia. Pero  en vez de eso, siempre esperé que Nin nos guiara mientras duraron nuestros e-mails. 


Deseaba que me dijera que me quería, tener algo seguro para lanzarme en  pos de ella; pero nunca lo hizo, siempre respondía con una deliciosa agudeza de cachorrito enfadado que me provocaba más a buscarla. Fue sólo cuando por fin se decidió a cortar la comunicación, que insinuó que aún sentía algo por mí, y presentí que todo lo que había logrado revivir en ella se me iba de las manos. 


Estaba atónito cuando leí su última respuesta. Una vez más ella me había dado con guante blanco en todo el rostro respecto a mi indecisión y me sentí desesperado. Nin desapareció a pesar de mis ruegos y estuve muy mal durante esos meses. 


Recuerdo que Kristen me miraba extrañada y me preguntaba qué pasaba, pero yo sólo rumiaba por lo bajo y me dedicaba a tocar la guitarra con una cerveza acompañándome al iniciar, y usualmente cerraba con algo de whiskey. Kris no presionó demasiado sobre mi estado de ánimo y se lo agradecí. Pensé que era mucho más intuitiva de lo que creía y sabiamente me dejaba en paz; pero ahora creo que se dio perfecta cuenta que me estaba alejando y le entró pánico. Su actitud pública cambió mucho. Empezó a aferrarse más a mí, a  ser más cariñosa y dejó de lado sus vestidos cortos de chiquilla para cambiarlos por trajes de gala que la hacían lucir más glamorosa y mujer.


Como creía perdida a Nina, intenté de verdad demostrar que apreciaba sus detalles, y cuando soltó lo de nuestro noviazgo a la revista GQ, me quedé pasmado y traté de acatar la petición de Nin de respeto para ambas. El único reparo era que estando con Kristen,  seguía recordando a Nina en la cama. Por primera vez acepté honestamente lo completamente insano que eso era y  medité sobre hacer lo decente y terminar con Kris. El correo de Aarón vino a sacudir mi consciencia cuando llegó bajo esa coyuntura.


Todo parecía caer en su lugar cuando supe las fechas en que ella estaría en Londres y pronto me agendé para hacer a Nin admitirme de frente que aún me quería. Con Kristen ocupada en locaciones yo sería libre para volver a verla, e inclusive seducirla si era necesario, para hacerla olvidar a ese odioso orgullo suyo. Además, yo también necesitaba todo el tiempo y la privacidad posible, para descubrir porque me había  trastornado tanto por ella... Pero nunca lo tuvimos, nunca pudimos tener algo normal, no hasta que me decidí a lograrlo, le pesara a quién le pesara.


No me había dado cuenta la angustia que toda ésta elaboración de ideas me estaba causando hasta que hice una pausa y noté mi respiración superficial. Pestañeé varias veces para alejar los miedos de esos días y bebí un trago más en mi boca seca de saliva. ¡Demonios! ¡Nuestro Londres sí que fue intenso! Quizá una cerveza me caería mejor, pero no… Prometí no beber la noche anterior a la boda.


Mmm… Pattinson… Agregué con incómoda decepción, tu vanidad te jugó en contra una vez más. No te creías la existencia del tal Aarón y la cólera de Nina te quemó, -¡y por sorpresa!-, hasta el fondo. Hasta trastocarte completamente y llegar al extremo de lo que nunca pensaste ser. No recordaba ninguna otra ocasión en que el alcohol me hubiese vuelto violento y esa memoria me resultaba muy vergonzosa. Usualmente cuando se me pasaban las copas era un borrachín ameno y coqueto, pero en esa ocasión me volví un animal.


Pelearme, acecharla, atacarla… Me detuve por completo al revivir las espantosas acciones de esa noche mordiéndome los labios, muy preocupado. ¡Nunca más! Caminé en círculos en el reducido espacio sabiéndome agitado por esas acciones que aún me perturbaban. Los celos son peligrosos, me dije concienzudamente, ¡ambos tuvimos mucho que superar!  


Aunque todo hubiera terminado bien y con el sexo más poderoso de mi vida, también era algo que me deshonraba profundamente. Aceptar ese evento como una pieza más de mí capacidad, había sido muy difícil; pero hacerlo era parte de madurar y el de haber podido llegado a éste momento en que estábamos finalmente juntos. Exhalé aire resignado, recordándome hacer las paces con ese día, pero jurando no volver a actuar así en mi vida.


Y ya confesando vergüenzas… ¡Qué mal me sentí porque me pillara esa madrugada con Kristen gritándome por el teléfono! El cerebro se me paralizó cuando K me reclamaba. ¿Cómo se había enterado? Creí que había hecho todo con el suficiente cuidado para que ella no tuviera que salir lastimada por mi indecisión y… Me estaba gritando todos los insultos que me merecía por la bocina cuando Nin abrió la puerta. ¡Mierda! ¡Qué lío había creado!


Si mi maldito carácter no se hubiese interpuesto, quizá hubiese tomado la decisión correcta, pero, ¡no! La cerrazón de Nin a escucharme, a orillarme a dejar a Kris sólo provocó que me aferrara más a lo que yo creía correcto. A hacer las cosas a mi modo. Me cabreó sentirme presionado e hice lo que mi estúpido mal temperamento me dijo.

Sentí que me asfixiaba, que tenía el agua hasta el cuello cuando la dejé partir, pero aún así me aguanté. Creí que mi lealtad se debía a Kristen y no quería lastimarla de esa forma tan vil. Por eso huí de mi país unas horas después, intentando tranquilizar y demostrarle a Kris que estaba solo y que se equivocaba, al exponerle que no importarme poner un continente de por medio, entre sus nada erradas afirmaciones y yo. 


Durante esas muchas horas de vuelo, me asaltó un sentimiento tardío de rectitud para con Nina y aún con todo y mi despecho, busqué protegerla intentando desviar cualquier pista sobre su identidad. Se me ocurrió llamar a Sarah, quien no era exactamente una amiga cercana de Kristen, sino más bien una conocida y de quien, calladamente, se sentía insegura. La invité a cenar a un lugar bastante público. No me equivoqué sobre ella. Al final de la velada hubo paparazis persiguiéndonos. Sarah Roemer no iba a dejar pasar la posibilidad de un poco de publicidad gratis. ¡Pobre chica! Me sentí sólo un poco culpable por manipularla para mi beneficio pero, a fin de cuentas, también le había hecho un favor y… Si alguien mencionaba haberme visto con una rubia en Londres… Obvio, Kris no se dejó engañar por mi jugada y se tornó aún más incisiva.


Qué difícil fueron los meses subsecuentes a Nin. Dados los celos de Kristen y sus constantes miradas de desconfianza no tuve más remedio que permanecer a su lado. En los peores momentos amenazó fieramente con destrozar a la ramera que se estuviese metiendo conmigo y le creí a pies juntillas. Me alegré mucho de haber hecho algo por despistar a Kris sobre Nin,  y  reconocí luego de las navidades que, aunque ella me había plantado; también había tenido la razón. 


Puse todo mi esfuerzo en hacer feliz a Kristen cuando las aguas se calmaron; resignado a aferrarme a la resolución que había tomado meses atrás, donde los Campbell. A pesar de que también llegué a comprender que eventualmente dejaría a Kris y tendría que rehacer mi vida con alguien más… Que tampoco sería Nina.


Bendito festival de Cannes. El éxito de mi apuesta por Cosmopolis me fue de mucha ayuda en mi bajo ánimo emocional y me llené de euforia con esos ocho minutos de aplauso en la Alfombra Roja junto a Cronenberg y los demás actores. Si soy sincero, creo que sólo me mantuve sobrio para la proyección, pero el resto del tiempo que estuve ahí bebí como adolescente, nervioso hasta el pelo. No sólo era la presión de la crítica; sabía que Nin vería mis fotos, y con Kristen ahí también, tuve que tragarme mis conflictivos sentimientos para dar paso a sus públicas muestras de afecto. Tener remordimientos de que me viera con mi novia era absurdo, ¿verdad?


Parado ahí, en las escalinatas y con Kris impecable rodeándome con sus manos bajo la montaña de flashes, tuve que recordarme que Nina me había rechazado y que estaba intentando respetar su decisión... Cuando el día terminó, yo estaba tan briago como podía estarlo. Por primera vez en todos esos años nos dejé fotografiar en los balcones de un restaurante siendo afectuoso con ella y besándola en su frente. Más lejos, no podía llegar. Era como seguir hiriendo a Nin y aunque ebrio, esa idea me dolió mucho.


Luego de Francia, Kris era toda felicidad y gentileza. No me celaba más. Hacía su vida y me dejaba hacer la mía. Su Blockbuster, Blanca Nieves, iba viento en popa y recaudando mucho dinero y ella no paraba a causa de las entrevistas y publicidad pre y post lanzamiento de la misma, además del ruido que estaba haciendo su otro filme con el cuál habíamos competido en Cannes. Me alegré por ella y al verla tan fuerte, me sentí  menos culpable por seguir planeando el momento perfecto para poder terminarla, esperando lograrlo en los mejores términos posibles. Quizá en Noviembre, luego del último film que nos unía… Mi manager me estaba buscando ofertas y varias de ellas me daban la posibilidad de filmar en locaciones lejanas y esa distancia podría ser la excusa perfecta para dejar enfriar la relación y concluirla eventualmente. 


De repente, en Julio, estalló la bomba. Al estar acorralada por la revista US, su gente logró 36 horas para poder prepararse sobre el asunto Rupert… Planear la estrategia intentando protegerla de su estupidez, hablar conmigo  y, para soltarme en la cara que hacía mucho que sabía que yo también le había sido infiel al haber leído el último e-mail intercambiado entre Nina y yo. Trató de escudarse en ello para explicar sus acciones, planteándolo como una revancha a causa del despecho pero… Su historia no cuadró con la realidad.


¡Cómo la odié en ese momento! Todas sus lágrimas, excusas y amenazas no me sirvieron de nada. Me sentí el idiota más grande del planeta. Tenía meses procurando no herirla y ella me salía con eso. ¡Oh! Y fue peor, cuando amigo de mayor confianza, Tom Sturridge, tuvo el tino de confesarme el cómo la había descubierto coqueteando abiertamente con Garrett Hedlund y practicando varias veces, en la privacidad de su tráiler, la escena de sexo que tenían ellos dos. Me reveló que por eso se había mantenido pegado a ella durante Cannes, para vigilarla. Para que no lo hiciese de nuevo bajo mis propias narices.


Me sentí muy herido. Incapaz de confiar en nadie. ¡Aquello era aún más antiguo que lo de Sanders! ¿Cómo era posible que mi mejor amigo me lo hubiese ocultado? Si hubiese sabido de Kris mucho antes, habría estado libre de seguir a Nin y no perderla... 


Por supuesto que luego de enterarme de lo demás fui donde ella, a encararla. La pelea fue descomunal y en el momento más álgido, Kristen dio con mi debilidad, Nina. Amenazó con destruirla, con acabar con su vida al hacerla el objetivo de la furia de millones de histéricas planteándose ella como la víctima de mi affaire. Por supuesto que en ése momento la idea de que se supiera que yo quería a Nin no me importaba, pero el saber el daño irrevocable que Kris estaba dispuesta a causarle, me orillo a ofrecerle lo que más necesitaba. Mi silencio. 


Luego de pactar con Kristen apenas si me quedó tiempo para prepararme también. La jauría vendría en mi caza y la única persona que se me vino a la mente y quien creí me podría ayudar estando imposibilitado de viajar donde mi propia familia, fue Reese Whiterspoon. No me equivoqué. Ella me cobijó con su comprensión y apoyo y me quedé en su casa varios días. Fue ahí donde desesperadamente deseé llamar a Nin.

Pero aquello fue el tiro de gracia. Casi vomito cuando el tal Aarón me salió con que se iban a casar. ¿En verdad Nina había logrado superarme? Yo no estaba dispuesto a creerlo, necesitaba oírlo de sus propios labios. Excusarme en prevenirla fue lo único que se me ocurrió y funcionó. Sólo que Nin no lo negó ni lo confirmó, simplemente me demostró secamente que estaba con él. Su enojo no fue estorbo para decirle lo arrepentido que estaba de haber sido un imbécil, el cuanto deseaba poder cambiar las cosas, pero ella sólo fue fría conmigo. Cuando estuvo a punto de colgarme, le solté lo de Kris. 


Pude sentir su miedo a través de la línea. Nin había comprendido inmediatamente toda la situación y no se merecía aquél castigo cuando había sido la única que había intentando actuar bien. Reconocer aquello me hizo recalcar más fervorosamente mi propósito de callar. A costo de lo que fuese necesario. 


Cuando me despedí le dije que la seguía queriendo, pero Nin no me dio esperanzas. Luego de colgar; me sentí abrumado por el peso de todas mis pérdidas y malas decisiones; como la de haber sido un  cobarde, el haberme vendido por la fama, la traición de Kris y todo el escándalo que se venía encima. La sensación de agobio cobró tal fuerza, que lloré, dejando salir por primera vez todo lo que había contenido desde aquella mañana en la Finca Campbell.


Permanecí en Ojai, en el rancho de Reese casi hasta finales de agosto. Ella tendría a su bebé en septiembre y no iba yo a importunar semejante evento familiar, mucho había ya abusado de su apoyo y consejos durante semanas. Así que me mudé a un lugar que me facilitó un amigo de confianza, en ese mismo condado.


La promoción de Cosmopolis me obligó a enfrentar al mundo antes de lo que hubiese querido, pero creí haber salido limpio de la mayoría de mis apariciones públicas ya que de momento, estaba sólo concentrado en no permitir ni un error en mis afirmaciones. Cualquier cosa que se me escapara podría ser la ruina de Nin y sintiendo que salvarla era un medio de rectificar el camino y resarcirme a la vez, me mantuve firme en mi promesa, soportando el flagelo de las burlas sin chistar.


El estudio nos hizo llamar a una junta en Octubre a Kristen y a mí. A ellos les importaba un comino el problema entre nosotros y nos trataron como a párvulos al respecto haciendo callar a Kristen cuando intentó señalar mi falta también, pero afortunadamente, como no tenía evidencias de algo que hubiese sucedido más allá del 2009; no pudo mover el tablero a su favor. De todas maneras, nos recordaron nuestro compromiso legal y nos ordenaron poner a un lado nuestras diferencias y hacer por lo que nos pagaban muy bien. Actuar. Actuar y callar.


Apesadumbrado, me di cuenta lo mal que eso se iba a ver y temí que Nin se comprase la historia como  se suponía que tenían que hacerlo todos los espectadores de nuestro circo. Me aterró pensar que la única acción correcta que creía estaba haciendo perdiera su cariz de honestidad y sin dudarlo, volví a contactarla. 


Qué dichoso me sentí de oírla de nuevo, aunque fue evidente que ella se asustó con mi acercamiento, temiendo lo peor; pero para mí fue puro gozo sentir por un momento que aún estaba ella al alcance de una llamada. Luego de tranquilizarla me las  ingenié para que entendiera lo que iba a suceder; no podía decírselo directamente dado el acuerdo de confidencialidad que había tenido que firmar, pero quedé conforme con lo que había sembrado. 


Despedirme fue muy difícil. Aceptar que nunca más… La había notado más tranquila, más cálida. Casi pude imaginarnos en otro lugar, muy cerca, juntos… Aún así, tuve que colgar, dejarla volver a su Aarón; quien seguro la merecía más que yo. Pero no me pude resistir, estando consciente de que quizá no volvería a saber de ella le dije –“… Te Quiero…”-. Nin volvió a rechazarme. Era mi castigo seguramente, y no dudaba merecérmelo, pero… Igual, dolía.


Retomé mis planes de alejarme de Kris a través del trabajo. Cumpliría con mis obligaciones contractuales y luego desaparecería en Australia. Y así lo hice. No me dejé manipular para nada más de lo necesario y los rumores de rubias misteriosas en torno mío me hicieron reír con amargura. No habría ninguna mujer para mí por mucho tiempo, tanto por órdenes de la Summit, como por decisión personal.


Cuando brevemente volví a casa en Inglaterra tres meses después, casi completamente renovado y mucho más tranquilo, me enteré que los medios estaban ansiosos por ponerle la mano encima a la exclusiva sobre la identidad de un supuesto amor platónico mío. ¡De vuelta al circo!, pensé. Kris o alguno de sus amigos estaba moviendo rumores para poder dar con ella y ayudarla a mejorar su imagen de chica buena. 


Aquello me molestó demasiado, sobre todo porque vino de la boca de mi hermana Victoria durante una comida familiar. Ella pensaba que estaba jugándome una broma pesada, pero yo le respondí con mucha agresividad y la dejé hablando sola. Más tarde, ese mismo día, la busqué para disculparme en privado y luego de charlar un rato ella supo usar su rol de hermana mayor para hacerme hablar. Una vez que empecé, ya no paré, desahogándome con ella sin omitir nada. Vick me escuchó con pocas interrupciones de su parte, aclarando sólo esto o aquello, y mirándome a ratos con molesta y en otros, sorprendida. Cuando terminé mi confesión aún me sentía angustiado y esperaba un enorme regaño de su parte, pero contrariamente y creo que por ser su personalidad mucho menos soñadora que la de Lizzy o la mía misma, sólo me preguntó.


-¿Y estás seguro de que quieres a ésta chica aún?


-Sí. Un poco tarde, ¿no lo crees?, -repliqué lacónico.-


-¿Y por qué estás siendo tan inútil otra vez? ¡Búscala! 


-Vick, puede que esté casada a estas alturas.


Ella elevó una ceja, en un gesto muy similar al de mi madre cuando no se tragaba una de nuestras mentiras infantiles.


-¿Quieres que lo averigüe por ti?


Me paralicé, sintiendo que me caía un yunque en el estómago y jalaba de él hasta el piso con su peso. ¿Lo quería?


-¿Cómo harías eso?


A la mañana siguiente, ella llamó desde su oficina con un pretexto que a mí me pareció absurdo, pero que funcionó perfectamente. Luego de unos minutos de conversación obtuve mi respuesta. Nin seguía libre y según la mujer del conmutador, porque estaba enamorada de… ¿¡Mi!? Con esa información, Vick me retó a tomar acción, de manera racional primero y con el corazón sincerado después. Entre ambos previmos escenarios y coincidimos que, con la promoción del lanzamiento del DVD de Amanecer y mi siguiente filmación, seguramente ese no era el momento adecuado. Además, según ella, yo tenía que darle espacio a Nina para sobrellevar el duelo que significa romper un compromiso.  Victoria se encargaría de estar monitoreando telefónicamente su estatus civil y si Nin no volvía con Aarón durante el tiempo que requería hacer mi siguiente película, planearíamos el cómo presentarme ante ella por última vez.


Todo parecía perfecto, sólo que como hubo un retraso en el calendario de trabajo, mis films casi se empalmaron y me vi imposibilitado de llevar a cabo nuestro plan. Tontamente, empecé a interpretarlo como una señal de que debería dejar a Nin por la paz y le di largas a Victoria cuando me reclamó a que me apresurase, o que el momento se iba a pasar. Ante mi nueva indecisión, ella cumplió su amenaza y le contó la historia a la familia entera, provocando que entre todos me zarandearan y pusiera en resguardo el miedo que tenía de enfrentarme a Nin de nuevo.


Sorprendentemente, terminamos la filmación a marchas forzadas, pero a tiempo; y con eso encontré la ventana que necesitaba para viajar a San Diego y visitar a Arturo en su práctica privada buscando ponerlo de mi lado y obtener así los datos de Nina. No fue nada fácil, y tampoco lo logré en una única visita; tuvimos primero una agotadora y casi yerma charla en su consultorio, y después tuve que aceptar reunirnos a solas en su casa y evocar de paso los recuerdos de aquél magnífico verano con sólo poner un pie ahí.


Estando en su propio territorio, Arturo fue un oso enfurecido. Nunca estuvimos cerca de los golpes, pero sí que fue muy frustrante y peliagudo el encuentro, ya que necesité de todo mi ingenio y carisma para vencer su comprensible desconfianza durante esa larga entrevista. Eso sí, hubo una abundante retahíla e intercambio de insultos y acusaciones por los errores y las consecuencias que cada uno de ellos había infligido en  Nin. Acepté y aclaré mi deseo de corregir todas las que me atañían con vehemencia y seguridad. Supongo que pasé la prueba, porque varias copas después de calmarse, Arturo aceptó ayudarme. El lazo con su hermana se había fracturado completamente luego de su intervención cuatro años atrás en nuestra relación, pero estaba enterado de su vida a través de las llamadas a la casa familiar. Era evidente para el hermano mayor cuánto había cambiado Nin desde entonces y sabía que ella estaba pasándola mal a causa del fallido compromiso y los chismes malintencionados. Bajo amenaza de fastidiarme  la vida con la prensa –sí, también tuvo la misa idea que Nina, y pienso que ese temperamento fuerte corre en toda la familia-, se animó a darme su apoyo temporal con ella. Siempre y cuando, fuese evidente para todos que ella estuviese feliz de nuevo.


Con eso, logré un cómplice más en mi campaña para recuperar a Nin, haciéndole partícipe de la continuación de mis planes en cuanto me fuese posible liberarme de mi última película a filmarse ese año. Apenas si descansé al terminar mi tercer compromiso  a finales de octubre cuando, empezamos a agendar para noviembre las promociones del film realizado en Australia a principios de año.


Aprovechando mi status de estrella, presioné a mi gente para que me agendaran algunas entrevistas en su país. Eso, tampoco fue fácil ya que alegaron que no era un sitio lo suficientemente importante como para ameritar semejante presentación.  Yo contesté con estadísticas de ganancias financieras de mis trabajos anteriores en proporción al número de salas donde se habían exhibido y tuvieron que aceptar que no era mala idea. Sí. Había hecho mi tarea. Iba a ganar de un modo u otro. Vería a Nin sin levantar sospechas sobre los motivos de mi estadía ahí.


A través de Victoria y secundada por Arturo, supe que podría acomodar mi visita convenientemente con sus vacaciones laborales y que ésta vez, tendría lista una respuesta correcta para cada una de las excusas o peticiones que Nin pudiese hacerme. Mi primer contacto tendría que ser arrollador y me debatí varias tardes sobre el modo de impactarla lo suficiente como para provocar que ella me recibiera de nuevo. Aconsejado por Vick, opté por utilizar el lenguaje con el que Nina se relacionaba profesionalmente y de ahí, a la verdad de mis sentimientos. Me alegré mucho de mi hábito literario y pronto se me vino a la cabeza Yeats. Mi carta, aparte del poema que escogí, la escribí breve y concisa, pero no por eso menos emotiva. Tenía que lograrlo. Iba a lograrlo.


Agitado y tenso como cuerda de violín, me presenté como le había avisado, poco antes de las seis; y aún parado afuera de su casa, estuve temiendo por su llamada de rechazo. Con todo lo malo que nos había pasado las veces anteriores, casi estaba seguro que el azar me iba a jugar una diabólica pasada y que el timbre de mi teléfono iba a sonar en el bolsillo de mi pantalón apenas intentara yo tocar a su puerta. 


Quedé deslumbrado cuando la tuve enfrente. Mirarla fue revivir todo y sentí como el rubor nervioso me traicionaba bochornosamente, pero me obligué a sonreír y mantener mis emociones bajo control a través de ocuparme de modular mi voz y aquietar mis delatoras manos lo más que pude… Sólo que aquel encuentro fue igual de abrumador que siempre. Ella me alteró con su sola presencia y aunque trataba de concentrarme en mi plan, no  podía dejar de morirme de ganas de besarla como antes. Obviamente, fueron demasiadas cosas revoloteando por mi cabeza y entrañas a la vez, y al sentirme presionado por Nin, perdí el control de mi lengua y salté pasos agigantados en mi discurso y deseos al ofrecerle un anillo de compromiso. 


¡Si seré imbécil! 


Todo se fue al caño en un pestañazo. Tantos meses ideando el cómo volver a su vida y lo arruiné en una sola frase. Fui todo un asno. Nina se enojó, luego lloró y se quedó como una estatua cuando la besé en un último intento de… ¡Uf! Bufé estresado, y estoy haciendo toda ésta repaso para… ¿Qué? ¡Oh, sí! Los votos matrimoniales que decidimos escribir nosotros mismos… Mmm. Me llevé los dedos nerviosos al pelo y jalé de él varias veces tratando de liberarme de la tensión acumulada por la remembranza, con mi perene manía.


Menos mal que al regresar ahí, logré dejar de ser un niño inmaduro e incoherente por fin. Quien no lucha por lo que quiere…


El vaso de refresco se había terminado un buen rato atrás y lo miré vacío sobre mi escritorio junto al papelito que parecía regañarme en silencio por no haber terminado con mi labor aún; le gruñí a mi vez por presionarme. No supe cómo esa pausa afectó tanto mi concentración, pero volví a preguntarme, ¿y si ella se hubiese quedado conmigo en Los Ángeles desde un principio? ¿Y si yo hubiese dejado a Kristen ese mismo verano?


¡Tonto!, me dije al quedarme en blanco y toparme otra vez con el muro en mi análisis. ¡Si esa misma pregunta inició todo éste inútil monólogo!, y suspiré exasperado al darme cuenta que había retornado al punto de origen sin lograr una respuesta.


Volví mi vista a la hoja de papel otra vez y casi pude imaginármela riéndose a carcajadas de mí. Torciendo el labio y mordiéndome la lengua apenas en el mismo gesto, llegué a una conclusión paralela. Al parecer, había sido necesario que Nin y yo viviéramos toda esa sarta de tonterías para poder llegar al punto de hoy. ¡Qué sentido del humor más negro tenía el destino!, me quejé. Menos mal que se había decidido a hacernos partícipes de su risa en el último momento.


Está bien Robert, me dije con condescendencia, ya hiciste memoria de todas tus burradas y no llegaste a nada. ¿Por qué no te concentras en lo opuesto, eh? No en lo que te faltó, sino en lo que debiste ofrecer desde un principio. Elevé  mis ojos fascinado con ese último diálogo interno. Eso no sonaba como una mala idea y le sonreí al papelito sintiéndome victorioso. Esta vez fue sencillo contestar a mis observaciones.


Donde falté en inseguridad, le prometeré decisión. Donde erré en debilidad, le entregaré mi fortaleza. En el dolor que le causé, le daré siempre gozo y plenitud. Cuando encubrí mis verdades, no dudaré en demostrarle mi amor todos los días de nuestras vidas…


Con eso en mente y más, pronto tuve listas mis promesas.  A la mañana siguiente, tenía todo bien pensado para plasmarlo pronto por escrito en su lugar definitivo. El lienzo que le entregaría a ella más tarde, en la ceremonia, luego de decírselo a los ojos con devoción y completamente feliz de hacerla mi esposa ante el mundo entero.



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Estoy sentado en la cocina de nuestra casa con nuestra pequeña adoración sentada en mis piernas y mirando con ella un programa infantil en el televisor mientras le doy su comida en pequeños trocitos que he hecho con mis propias manos, para ponerlos luego en su boca. No puede estar más mimada y feliz, le digo a Nin mientras ella nos mira a su vez con adoración y nos sonríe. Ella está preparando algo más sustancioso para mí, que tengo bastante hambre luego de un largo día en locaciones. Y me siento muy dichoso de estar en casa con mis dos mujeres.


Hace algo más de cinco años de la boda y nuestra primera hija tiene ya casi dos. Le pusimos el nombre de la musa de un poeta italiano en honor a alguien muy amado que perdió mi Nin hace tiempo. Somos felices y la paternidad vino a hacerlo aún más. Estamos deseando que pronto llegue el segundo, o la segunda en su defecto; pero es un hecho que queremos darle un hermanito a nuestro sol. Hollywood no nos ha dejado en paz, pero ya no son tan desagradables como lo fueron los dos primeros años de nuestro matrimonio. Somos una pareja establecida y nos reímos juntos de los chismes que la farándula inventa respecto a nosotros, cuando no hay nada que vender.


Lo único nuevo que los medios supieron a cerca de Nin y mío, es que yo fui quién la persiguió como imbécil –lo que no saben es cuán literal es esa palabra-, hasta que me dio el “Sí” y que lo nuestro surgió mucho tiempo atrás, como una amistad de esas extrañas y peculiares que derivaron en el amor de tu vida. Aún no les decimos que en realidad nos tomó sólo una semana enamorarnos pero demasiado tiempo para lograr coincidir. Eso… No sé cuánto tiempo logre ser nuestro secreto, pero… Ya no importa en realidad.



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 Si Vienes de la SALA CULLEN, agradecería mucho TU VOTO ALLÁ 
si disfrutaste de mi historia.
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Chicas, por fin llegó el verdadero final. No habrá más Nin Y Robert a partir de hoy. Es muy melancólico saber eso, pero también satisfactorio. Espero haberles dado ese cierre que querían de éste último momento en la historia, para completar el círculo con los pensamientos que tuve  para explicar las acciones de Rob.

Hay mucho que tengo que retribuirles a ustedes, y lo intenté un poco a través de éste epílogo.

Quiero agradecer a muchas por todo el tiempo que me acompañaron en esta locura; he contado setenta nombres de ustedes que se animaron en un momento u otro a dejarme unas palabras en cada capítulo.

Lisy, Shalom, Camila y Coki Cullen, las más antiguas. Sé que a ustedes también les afectó el tiempo para venir a Forks, pero nunca me abandonaron completamente. Axavenus, Kdekrizia y Bell.mary, gracias por su calidez. Whichelitap, ¡qué decirte, tú tienes a tu Robert! IS101, Maty, Marga, Martha de Peru, Angeles Nahuel, María de Lourdes, Ma. Verónica, Lizzz ¡qué emoción que quieran tanto a mi Nin!

Al ser tantas ustedes, me es difícil decirle algo a cada una, como así lo quisiera; pero al menos quiero incluirlas aquí, en el último momento de mi historia. Como registro del cariño que le tuvieron a ella, y de la amistad que trabamos en éste espacio.

Mi COKA linda, mi número uno, mi herencia inesperada de la Saga. Te quiero muchísimo y a ti, más que a nadie, te debo todo lo que logré contar. ¡Gracias por  tantas cosas amiga! ¡Algún día! ¡Algún día nos daremos ése abrazo!

Cariños:

Sissy

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MIS Chicas de Forks (Por orden de aparición):

Coka, Ro-Lizzy, Kathyta, Coki Cullen, Maria Betania, Lisy, Nadsart, Bell.mary, Angela,  Moni, Yess Evenson Masen, Fafi, Nad,                PoEtEsS, Cynthia, Mel, Lily_Col, Kopy, Lara, Susy, Lighling, Martuchis, Axavenus, Julibeth (Shalom), Camila, Lauriii, Nashkalight, Black19, Leticia, Ma.Verónica (de Venezuela), Nydia, Anamart05, Angeles Nahuel, Darlyn, EBC, Titaling, Paloma, Malu, Anto.Twilight.Mdp, AdriBC, Black& White love, Violett, Flopii Cullen, Sonia (Colombia), Vian, KdeKrizia. Maria Lourdes, Romina, Love, Melanie López Cullen, Reyna, Martha de Perú, Whichelitap, Mariana Suárez, Lourdes, Althena, Marga, Mary, Suhey, Viviana Araiza, Maty, Claudia Miller, Beba, Lizzz, IS101, Maria Laura, Lola, Maya, Sofia Bo, Paula Birri, Patricia Johann, Blanca.         Y todas mis Anónimas, ¡también!          








2 comentarios:

  1. mierda me encanta este fic es un verdadero regalo para las que si creemos que rob tiene alguien especial en su corazon :) y que no es stewart

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    1. Pues, gracias!
      Me encanta que te haya gustado tanto.
      Ya ves, para hoy, todo está muy distinto a como fue. Quizá éste hombre sí encuentre a su "Nin" por ahí.
      Saludos!
      Sissy

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